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BLUMENBERG, LECTOR DE KANT
En su monumental comentario a la historia del mito de la caverna, imaginario central de la filosofía occidental, Blumenberg se ha llamado a sí mismo “viejo kantiano decepcionado”.1 No existe decepción sin reproches. Sin embargo, Blumenberg ha querido ver además motivos teóricos profundos en sus distancias respecto a Kant. Estas distancias tienen que ver con su teoría de la ilustración, con su noción de razón y con la filosofía de la historia resultante. Blumenberg, según confesión propia, ha querido escribir una filosofía que no pueda ser imitada. Uno tiene la impresión de que a veces ni siquiera desea que pueda ser comprendida. Así que no es fácil identificar las posiciones de Blumenberg, aunque sí los estímulos teóricos que dan intención a su obra. En este caso concreto nos interesa su énfasis sobre los abismos que se abren entre la teoría y la ética.2 Al respecto, y con cierto esfuerzo, podemos precisar algunas posiciones tras la lectura de sus textos. No estoy seguro que lo que hoy tenga que decir pudiera ser aceptado por Blumenberg, pero estoy seguro de que está inspirado por él. Vayamos primero con los reproches. Luego iremos con la objeción y por último con la filosofía de la historia. Primero, el reproche de una
1 Hans Blumenberg, Salidas de Caverna, La Balsa de la Medusa, Antonio Machado libros, Madrid, 2004, p. 452. Para una versión de la Ilustración más simpatizante con Kant se ha de ver el cap. X de Der Prozess der theoretischen Neugierde, el vol. III de Die Legitimität der Neuzeit, Suhkamp, Frankfurt, 1973, titulado “Glücksanspruch und Neugierde: von Voltaire zu Kant”, pp. 214-254. especialmente pp. 246ss. Aquí, Ilustración tiene que ver sencillamente con la capacidad de controlar la hipertrofia del apetito de conocer más allá del entendimiento. Sería más bien una actitud negativa, nos recuerda Blumenberg, haciendo pie en la nota a la sección 40 de la Crítica del Juicio. Sólo que ese control del apetito del conocimiento tiene que ser el fruto del conocimiento mismo y de su apetito. 2 “Si la modernidad ha venido a ser de este modo la época de la conciencia ilimitada, por esencialmente temporal, tiene también que afrontar o encontrar el hilo conductor que guíe fuera del laberinto planteado por la imposibilidad de aunar conocimiento objetivo y auto-evidencia subjetiva, finitud conocida e infinitud sentida”. Salidas de Caverna, o. c. p. 16.
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