|
LA «TEODICEA» DE ROUSSEAU (t 1778)
I.—INTRODUCCION
El término «teodicea» tiene una historia curiosa y conocida. Este neologismo saltó a Ia publicidad cuando en 1710 Leibniz publicó sus Essais de Théodicée sur Ia bonté de Dieu, Zo liberté de l'homme et i'origine du mal. El término resultó extraño & los contemporáneos del filósofo alemán hasta el punto de darse el caso curioso de que a%unos lectores —y no siempre malos lectores— creyeron que, puesto que Ia obra se publicaba sin nombre de autor, «teodicea» (Teodiceo, diríamos) era el pseudónimo bajo el cual se escondía Leibniz. Aunque el término no se perdió del todo, no alcanzó difusión general hasta que en 1838 el filósofo francés V. Cousin logra introducir en los programas académicos bajo el nombre leibniziano de «teodicea» un conjunto de temas tradicionales que el leibniziano C. Wofff había incluido en Ia Theologia naturalis, tercera parte a su vez de Ia Metaphysica espectolis. Ni que decir tiene que Cousin conservaba de Leibniz tan sólo Ia terminología y esto dio lugar a una ambigüedad en el término aún no del todo superada. Dicho brevemente, hay una acepción amplia del término («tratado racional sobre Dios») y una estricta (el sentido restringido que Ie daba Leibniz); aquí utilizaré el término siempre en esta segunda acepción. ¿Cuál es ésta exactamente? Contra Io que alguien podría suponer, no es tan sencilla Ia respuesta, pues, atendiendo tan sólo a Ia etimología, el término permite un sentido débil y un sentido fuerte. En sentido débil, teodicea significaría tratado de Ia justicia de Dios, y sería un capítulo concreto de Ia theologia naturalis dedicado a desarroUar el atributo concreto de Ia justicia divina, capítulo habitual en todos los tratamientos tradicionales del tema *; naturalmente, Ia justicia explicita y está en relación con otros atributos divinos, sobre todo Ia bondad y, al actuar sobre el mundo y Ia 'historia, se traduce en el problema de Ia providencia2. Pero cabe hablar de un sentido fuerte según el cual teodicea significaría justificación de Dios, sentido que no es ajeno a Ia tradición filosófica, ya desde Platón, y que cambia el tratamiento contemplativo de Ia metafísica por una imaginería forense: el hombre acusaría a Dios de ser culpable de a^o y el filósofo que toma en
1 Baste como ejemplo suficiente que el art. 21 de Ia primera parte de Ia Summa Theologica de Santo Tomás lleva por título De iustitia et misericordia Dei. 2 El artículo siguiente (22) de S. Th. se titula De providentia Dei, mientras que ya el 6 se titula De bonitate Dei.
|