|
LA PALABRA DE DIOS Y EL CANON
por LORENZO TURRADO
Para evitar malentendidos, conviene que precisemos bien desde un principio el sentido de los términos «Palabra» y «Canon», tal como los tomamos en nuestro trabajo. Hablando en general, podriamos decir que las expresiones «Palabra de Dios» y «Revelación» vienen a ser sinónimas, empleándose para significar cualquier acción de Dios con que de hecho da a conocer algo al hombre. En este sentido, Ia misma creación del mundo es ya una Revelación; pues, no obstante Ia «invisibilidad» o distancia infinita que separa a Dios del hombre (cf. Ex. 33, 18-19; Joh. 1, 18; CoI. 1, 15; 1 Tim. 1, 17), todo Io que Dios obra fuera de sí mismo Ie manifiesta y es en cierto sentido una especie de lenguaje (cf. Ps. 19, 6; Sap. 13, 1-9; Rom. 1, 19-23). Sin embargo, esa Revelación a través de Ia creación nos dice relativamente poco y, sobre todo, nada dice sobre Ia economía o plan divino de salud, que es Io que más directamente nos afecta. No es, pues, a esa Palabra de Dios, que podemos escuchar en Ia misma naturaleza creada, a Ia que nos referimos; sino a esa otra Palabra de Dios a través de sus intervenciones en Ia historia de Ia humanidad en orden a Ia realización de su plan de salwd. E incluso aquí conviene distinguir. No se trata de esa intervención general de Dios en Ia historia del mundo, sustentando todo con su poderosa palabra (cf. Hebr. 1, 3; 2 Pet. 3, 5-7) y no dejando ni el más mínimo acontecimiento que escape a su Providencia (cf. Sap. 8, 1; 12,
(*) Trabajo leído en el «Symposium» organizado por Ia Academia Internacional de Ciencias Religiosas, que tuvo lugar en Goesdorf, cerca de Estrasburgo, del 9 al 13 octubre de 1968.
|