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Tres escritores toledanos visigodos ilustres
I.
EUGENIO II DE TOLEDO
Ildefonso de Toledo dedica el apartado XIII de su obra De Viris ¡llustribus a Eugenio el Poeta '. Cuenta Ildefonso que Eugenio fue monje en Agali y más tarde en Zaragoza, con Braulio. Allí cultivó Ia sabiduría y Ia vida monacal. Chindasvinto Ie nombró arzobispo de Toledo, a pesar de las protestas de Braulio, que quería retener a su discípulo en Zaragoza. Tenía conocimientos musicales, corrigió cánticos y compuso poemas. Corrigió y editó los libros de Draconcio, de tal forma que parecen haber salido más bellos de manos del editor que de su autor. Dejó un escrito que sintetizaba en un verso cada día de Ia semana. Los monjes parisinos hicieron de Eugenio un mártir, cuando su cuerpo fue llevado a París, tras Ia invasión árabe. En los poemas de Eugenio hay a veces verdaderas ráfagas poéticas. Hay poemas de temática personal e intimista, que rozan altas cotas de sabor poético, donde asoma el pesimismo o el miedo ante Ia vejez o Ia muerte. Pero hay también poemas didascálicos y moralizantes, carentes de inspiración poética, que parecen más bien meros ejercicios escolares con errores prosódicos y pobreza léxica. Por ello Raby ataca a Eugenio y Ie niega Ia categoría de verdadero poeta, viendo en ello una muestra del declive
1 Codoñer, C., El «De Viris Illustribus» de Ildefonso de Toledo, Salamanca 1972, 133-134.
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