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SUMMA > Biblioteca Digital > Revistas UPSA > Helmántica > 1952, volume 3, #9-12 > Pages 247-260. Cristo, Príncipe de la Paz
Cristo, Príncipe de la Paz
Mir, José María
CRISTO, PRINCIPE DE LA PAZ Eximios prosistas y poetas de Ia antigüedad pagana—griega y latina—, santos Padres y Ia misma sagrada liturgia, han pasado en majestuoso desfile ante los ojos de los lectores de HEUWÁNTiCA. Todos nos han hablado dulce y delicadamente del bien exquisito de Ia paz, ansiada por todos y de pocos alcanzada. Pero ella tiene un centro: Jesucristo, Príncipe de Ia Paz. Hacia El converge el mundo entero. Hacia El tiende eI corazón humano como hacia su única y verdadera quietud. El autor de nuestra paz tuvo un cantor excelso que, en melodiosos períodos, entretejió los más delicados razonamientos para ensalzar el bien supremo de Ia paz y enaítecer al Príncipe de ella, Cristo Jesús. Aquella alma fogosa, encendida en amores divinos, pero que supo tanto del sufrir y del luchar humanos y que vió tantas veces «roto casi el navío», pudo un día ampararse en el dulce y deleitoso puerto de Ia paz y sosiego. Y en esta clásica y apacible Salamanca y—como fruto maduro del huerto por su mano trabajado—brindó a Ia tierra de España un canto excelso a Ia paz y colocó sobre Ia frente de Jesucristo aquel nombre sagrado de Príncipe de Ia Paz, que como refulgente corona difunde destellos luminosos y señala a los mortales dónde queda Centrado el tesoro cle todo el mundo apetecido. El creyente Io intuye. Por esto se acerca a Cristo y se postra de hinojos reverente ante Ia Hostia Santa. E)igno broche y remate de estas disquisiciones en torno a Ia paz/ serán, pues, unas palabras del Maestro Fr. Luis de León. Nuestro propósito es rnodesto: traducir al latín una de las más bellas páginas de Fr. Luis y justificar en notas aclaratorias Ia frase latina que a este fin proponemos. Quisiéramos que ésta no desdijera de aquella trabajada dicción
https://doi.org/10.36576/summa.2363
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