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DiEc t. XXXI, n. 99 (1996) 45-80
TOLERANCIA Y ECUMENISMO
Resulta patente de modo casi intuitivo que el ecumenismo es un complejo proceso que no puede ser llevado a cabo sin dosis notables de tolerancia por parte de los sujetos y de las comunidades que intervienen en el mismo. El año 1995, declarado «Año Internacional de Ia Tolerancia» por las Naciones Unidas, ha sido ocasión para sintetizar Io que muchos intelectuales habían elegido en las últimas décadas como objeto reiterado de reflexión: Ia categoría de tolerancia. Desde el punto de vista de Ia tolerancia el ecumenismo puede parecer una utopía, si se considera que sus protagonistas —las comunidades cristianas separadas— confiesan su fe en verdades y valores absolutos que no son exactamente los mismos en cada caso. Aparentemente esta situación conlleva Ia descalificación sistemática entre las diversas confesiones cristianas e incluso, más allá de Ia denuncia de las diferencias en Ia profesión de fe, es proclive a una actitud de radical desprecio respecto a cualesquiera costumbres o actitudes religiosas diferentes de las propias. Esta actitud, ciertamente intolerante, ha proliferado por desgracia en Ia historia de Ia cristiandad. El liberalismo teológico, presente desde hace décadas en las filas de Ia mayor parte de las confesiones cristianas ha sido particularmente sensible a ese núcleo intolerante que secularmente se ha hecho presente en Ia vida de las comuni45
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