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LA ENCARNACIÓN DEL YO O LA INTEUGENCUV SENTIENTE El yo y su cuerpo en Merleau-Ponty y Zubiri. Primera parte: Zubiri
I. PREÁMBULO Nos situamos ante uno de los problemas más difíciles a que pueda enfrentarse el ser humano. Sabemos algo del cuerpo y algo del alma, pero sabemos poco o muy poco de su unión y de sus relaciones funcionales y ontológicas. Pertenecemos a una tradición, Ia platónico-cristiana, que ha tendido a considerar el alma y el cuerpo como dos 'sustancias' distintas unidas más o menos circunstancialmente en este mundo 'terreno' (si bien, dentro de esta circunstancialidad, con una unión muy íntima). Así, san Agustín, reflexionando sobre si las ofensas al cuerpo pueden repercutir en Ia pureza del alma, dice refiriéndose a los cuerpos insepultos:
«... tampoco a esto Ie tiene demasiado miedo una fe auténtica. Los servidores de Cristo recuerdan Io que fue anunciado, que ni siquiera las bestias devoradoras serán obstáculo a Ia resurrección de los cuerpos: no se perderá un cabello de su cabeza. De ningún modo hubiera dicho Ia Verdad: «No tengáis miedo a los que maten el cuerpo y no pueden matar el alma» [...], si fuera obstáculo para Ia vida futura Io que se les antojase hacer con sus cuerpos a los enemigos de los caídos»1.
Y, refiriéndose a los cuerpos de las cristianas romanas violentadas sexualmente por los invasores bárbaros, dice san Agustín:
1 San Agustín, La Ciudad de Dios, l.°, I, cap. 12, p. 30; BAC, Madrid 1988.
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