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CONJETURAS
METAFÍSICAS SUGERIDAS
POR LA LOGICA
Aunque me reserve una distinta valoración del kantismo, uno de los artículos más eruditos y sugerentes que yo he leído de Enrique Rivera de Ventosa es el que presentó en el Congreso L·iternacional conmemorativo del séptimo centenario de Santo Tomás de Aquino1 bajo el título «De Kant a Santo Tomás». Retoma Rivera de Ventosa Ia afamada pregunta de Heidegger «¿Por qué es inás bien el ente y no Ia nada?», y en Ia indagación del precedente leibniziano (cur aliquid potius existat quam nihüi resalta con acierto que Leibniz dice del Ens necessarium que es Existentificans*. Creo que
1 Tomasso d'Aquino nel suo settimo centenario, 2 (Napoli 1976) pp. 583^306. Al insertar esta breve contribución en el número homenaje que Cuadernos Salmantinos de Filosofía Ie dedica al P. Enrique Rivera de Ventosa, no puedo menos de recordar con añoranza el curso de Filosofía de Ia historia que Ie segul en tiempos en Ia Universidad Pontificia, así como los múltiples encuentros posteriores en reuniones de seminario en que fuimos compañeros. En este profesor franciscano es difícil no entrever una expressía et similitudo de Aquel Santo por el que han sentido admiración y simpatía hasta quienes como Russell no son particularmente sospechosos de efluvios «cristianos-, y no las sintieron desde luego por San Bernardo, enemigo de Pedro Abelardo. 2 Dispuesto ya a redactar estas notas, cayó en mis manos el libro de B. Rorty, La filosofia y el espejo de Ia naturaleza (ed. Cátedra). Si no entiendo mal —confieso que me he limitado a hojearlo— pretende retrotraer al nivel de Ia conversación Ia fundamentación de las leyes formales del pensamiento. Es decir, que después de leer los Nuevos Ensayos de Leibniz su pretensión habría que formularla así: reducir al plano de Ia conversación o discusión Io que se supone en toda conversación o discusión. Lo que él se propone, para expresarlo con palabras suyas, es reducir a cuestión de tppóvrpiz Io que es asunto de irarn^. Me parece por Io menos chocante cargarse a los griegos, Descartes, Kant, Husserl y Russell, ahl es nada, en nombre del segundo Wittgenstein, el segundo Heidegger y ¡John Dewey! Ah, y en nombre también del conductismo, una especie de conductismo. A Russell Ie hubiera hecho rnucha gracia, especialmente esto último. Y no digamos a Carnap: ¡verse refutado en nombre de Heidegger! En Ia p. 165 leo: «Explicar Ia racionalidad y autoridad epistemológica por referencia a Io que Ia sociedad nos permite decir y no Io segundo por Io primero». En Ia contraportada se dice que Habermas ha alabado este libro. Elemental, querido Watson. Involuntariamente recuerdo Ia consideración de Frege (§ 27 de Los fundamentos de Ia aritmética) de que sería asombroso que Ia ciencia mas exacta (a saber, Ia aritmética y por Io tanto Ia lógica) se basara en Ia psicología, que todavia (entonces, y a estos efectos también ahora) anda a tientas, insegura. Y me acuerdo de Io del mutismo de Ia planta de Aristóteles (Met., l006a, especialmente 14-U5 y 27-28), que justamente vendría a equivaler al «nada habría-, por Io menos en el sentido de nada sería decible, «hablable- en Ia acepción del Tractatus de Wittgenstein. Pero es posible que termine haciendo una lectura detenida del libro de Rorty, que por supuesto contiene cosas muy interesantes, con Ia sospecha, eso sí, de que no se dará Ia compensación de que él lea algo de Ortega y Zubiri, que también se
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