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Prólogo
Javier Aoiz y Deyvis Deniz La Florida, Caracas, a cuatro de abril de 2014
El estudio de la filosofía helenística y el interés por las reflexiones de los antiguos sobre la conciencia llevó a los autores de la presente edición al conocimiento de Hierocles, un filósofo estoico del siglo II d. C., recobrado por la filología clásica a comienzos del siglo pasado. En los textos de Hierocles concurren de modo singular tópicos de la ética estoica entremezclados con consideraciones sobre la reflexividad perceptiva animal.
Las primeras columnas de sus Elementos de Ética contienen la exposición más extensa conservada sobre la percepción o conciencia de sí del animal, que los estoicos presentan como fundamento de la apropiación o familiarización del animal consigo mismo que caracteriza su impulso primordial. Se trata de un modo de reflexividad distinto al que centró la atención de los neoplatónicos y los filósofos de la modernidad, pues estos vincularon la reflexividad con la racionalidad y la incorporeidad, mientras que los estoicos destacaron un modo de reflexividad perceptiva, animal, corpórea y eminentemente práctica, que tiene paralelos con lo que algunos filósofos contemporáneos han denominado the bodily self. Los extractos de Hierocles transmitidos por Estobeo constituyen también un testimonio único del estoicismo, ya que aportan la sección más extensa conservada de un tratado dedicado a los actos apropiados o deberes, tópico fundamental de la ética estoica, de gran influencia en la constitución de la moralidad cristiana.
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