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En el año 2016 la R.D. del Congo se encuentra en una situación muy difícil. De hecho, todas las instituciones del país con mandato electivo, desde el presidente de la República hasta los senadores, diputados nacionales y provinciales, también los
representantes de las instituciones políticas con cargo electivo estaban fuera del tiempo de su mandato. Esta situación creó una grave crisis de legitimidad democrática sin precedentes, sobre todo por el caso del presidente que, según la Constitución, no podía presentarse a la votación porque no puede cumplir más de dos mandatos de cinco años cada uno. Se hizo imprescindible la necesidad de una solución negociada. Pero la clase política era incapaz de entenderse. Un primer diálogo sostenido por el partido
presidencial no tuvo éxito: unos partidos de la oposición le negaron la validez. El presidente de la R.D. del Congo bajo la presión de las fuerzas vivas del país, de los cristianos movidos por la Comisión de los laicos católicos (CLC), y de la comunidad
internacional, aceptó negociar un acuerdo político con los partidos de la oposición para sacar el país de la crisis nacida por la no celebración de las elecciones según la Constitución. El presidente encargó a la CENCO llevar a cabo aquellas negociaciones.
“La Iglesia Católica entró en la crisis política en diciembre de 2016 como mediadora de la última oportunidad entre el gobierno y la oposición después del fracaso de la mediación de la Unión Africana (el enviado especial de la UA, Edem Kodjo, había tratado de organizar un «diálogo nacional» en 2016 que fracasó). Después de tres semanas de duras negociaciones la CENCO, que no escatimó esfuerzos, obtuvo el 31 de diciembre de 2016 la firma de un acuerdo entre las dos partes. Es el llamado «Accord de la Saint-Sylvestre» que convoca elecciones a fines de 2017 y un gobierno de transición liderado por la oposición (El cargo de primer ministro debe volver a esta misma)”. Los partidos llegaron a un acuerdo, “motivados por el deseo de encontrar un
entendimiento común, basado en la búsqueda de una mayor inclusión para resolver los problemas políticos causados por la demora en la organización de las elecciones; (…) comprometidos a encontrar soluciones duraderas a la situación política de hoy día bajo la mediación de la CENCO, en particular bajo el liderazgo de su presidente y vicepresidente”. Y los obispos son encargados de asegurarse de que todo se cumpla correctamente. Todos les apoyaron en esta tarea, aplaudiéndoles por su imparcialidad.
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