|
Notas sobre tipología literaria de los Carmina Latina Epigraphica
No por repetido es menos evidente que el pueblo romano dio pronto múltiples y reiteradas muestras de sentirse identificado con su propia literatura: no se lirnitó a disfrutarla en los ratos de ocio o a aprenderla en Ia escuela, sino que fue mucho más allá: se Ia apropió y empezó pronto a utilizarla como pieza ya elaborada para construir con ella nuevas creaciones. Cierto que, procediendo así, no hacía otra cosa que aplicar, en una medida evidentemente menos sutil y elaborada, Io que percibiría, de forma más o menos clara, en sus modelos. Así Io prueban, entre otras cosas que aquí no hacen al caso, los miles de epígrafes en verso (no hablo ahora de los prosaicos, dignos también de atención) que han llegado y siguen llegando hasta nosotros en cantidades considerables: tras Ia etapa inicial durante Ia cual esta epigrafía parece patrimonio de las clases privilegiadas, pasa pronto a dominio del pueblo común, con cuyo acceso a Ia cultura literaria (que recibe además el caudaloso río de Ia tradición helénica), gana en calor y palpito humano, aun perdiendo en perfección formal e incluso en 'originalidad' de contenidos. El ingente acervo de literatura epigráfica, hallado tanto en Ia Urbe como en las zonas incluso más alejadas del imperio, dice mucho en favor de un pueblo que concede atención a las manifestaciones artísticas del espíritu y aprovecha las ocasiones de exteriorizarlas y hasta perpetuarlas. Como no podía ser de otra manera, para dar una cierta «altura» a estas composiciones, teniendo en cuenta Ia considerable dosis de artificio que Ia literatura latina tiene, es constante el recurso a Ia reproducción de contenidos y elementos formales ya utilizados bien por los cultivadores precedentes de un determinado tipo de
|