|
140
RECENSIONES
2) SISTEMÁTICA
O. González de Cardedal, La entraña del cristianismo (Salamanca: Secretariado Trinitario 1998, 2.a ed.) 952 pp.
En el panorama editorial de Ia teología española no es frecuente que un libro como el que nos ocupa conozca dos ediciones en menos de un año. El éxito tiene que ver seguramente tanto con su autor, teólogo de prestigio ganado a pulso, internacionalmente reconocido, como con el contenido de esta obra monumental. Que todo ello haya brotado aquí, en nuestra tierra y en nuestro ámbito académico, es un motivo más para estar orgullosos. Su autor, Olegario González de Cardedal, nos ha regalado una obra de gran madurez, en continuidad con su producción teológica previa, dilatada y profunda. Ahora confirma una vez más hasta qué punto ha sido capaz de asimilar, discernir y recrear con personalidad propia las mejores aportaciones de Ia gran tradición teológica y del pensamiento contemporáneo. No me resulta fácil hacer una recensión habitual de una obra tan amplia en su extensión y tan ambiciosa en sus planteamientos. Muchos puntos particulares, merecedores de comentario más detenido, han de quedar necesariamente preteridos. Se impone una selección. De ahí que me limite a unas observaciones sobre Ia obra en su conjunto (I), a un comentario sobre las distintas partes de Ia misma (II) y a algunas indicaciones sobre temas que de algún modo atraviesan toda Ia reflexión teológica ofrecida (III).
I. Pretensión de Ia obra: propósito y realización El propósito de La entraña del cristianismo aparece claramente indicado en las palabras iniciales del autor: «Este libro se propone presentar el cristianismo en sus elementos y principios esenciales... desde su raíz y en su estructura originaria, mirando a su contenido teológico, a su génesis histórica y a su significado existencial» (p. ix). De algún modo, como ha sido indicado por varios, podría considerarse una especie de «suma teológica» adecuada a nuestra época. Por otra parte, su estructura está determinada en gran medida por Ia secuencia trinitaria Dios Padre, Jesucristo, Espíritu Santo. Pero ni Ia obra pretende tratar con exhaustividad todos los temas ni es en rigor un tratado de teología trinitaria dedicado sucesivamente al Padre, al Hijo y al Espíritu. Lo último es más bien una presencia que retorna de continuo en las grandes cuestiones abordadas. No es una obra elaborada con precipitación ni que pueda leerse de pasada en ratos perdidos. Exige concentración y tiempo. Pero es un pequeño precio que vale Ia pena pagar en comparación con Ia ganancia. En sus
|