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C H R O N I C A
por A. ARIÑO ALAFONT
Curso escolar 1956 -1957 (primer trimestre) 1) Solemne inauguración de curso.—La inauguración solemne del curso escolar se celebró el día 6 de octubre. Después de Ia Misa del Espíritu Santo, celebrada en Ia capilla de Ia Universidad tuvo lugar el acto académico de inauguración en el Aula Magna bajo Ia presidencia del Gran Canciller, acompañado del Rector Magnífico y claustro de profesores. Leída Ia Memoria del curso académico anterior tuvo el discurso inaugural del curso en representación de Ia Facultad de Humanidades Clásicas el Reverendo Dr. P. Salustiano Rodríguez Brasa, S. I., profesor de Escritores Griegos. Por hallarse entonces el autor ampliando estudios en Alemania, leyó el trabajo en su lugar el Rvdmo. Dr. P. Enrique Basabe, S. I., de Ia misma Facultad. El discurso del P. Rodríguez Brasa fué un logrado intento de ofrecernos una práctica lección de humanismo clásico. Tuvo por tema Contribución Platónica para un Mundo mejor. Al interés y oportunidad del tema supo juntar Ia atinada justeza de Ia exposición y el aticismo de un estilo terso y elegante. Empieza saliendo al paso de Ia sospecha de que Ia idea de Ia ascendencia platónica del problema será un paralelo subjetivo y caprichoso, e indicando por anticipado que también el mundo de los acontecimientos humanos es redondo, es decir, que tiene Ia propiedad de pasar con cierta periodicidad por los mismos puntos de su órbita histórica; en ese caso no sería inverosímil que Platón sorprendiese ya en su tiempo problemas que hoy son actuales. Efectivamente, Ia idea de un mundo mejor es una idea genuinamente platónica ; es tema central de su República. La coincidencia no es fortuita ; el mundo de Platón encierra más de un parecido con el mundo actual. Sintetiza el P. Rodríguez Brasa con acierto el mundo de hoy como época de revisión. Es Ia tónica de Ia postguerra. También Ia Atenas en que vivió Platón se hallaba en una época de revisión, provocada por Ia catástrofe bélica y política de Ia Guerra del Peloponeso; y Ia autocrítica que de ella hace Platón y el programa de reforma que ofrece, resultarán hoy día todavía aprovechables. La aportación platónica al enjuiciamiento de Ia raíz, y remedio de Ia catástrofe ateniense es sumamente original y profunda. Mientras los reformadores políticos y literarios contemporáneos se limitaban al examen y a Ia reforma políticas, Platón, llevado por una sorprendente filosofía de Ia historia, llega a comprender que Ia crisis de Atenas del mundo griego radica en una deficiencia de Ia educación del ciudadano, preocupación, como se ve, bien moderna. Hay que reformar al hombre antes de pensar en salvar a Ia ciudad. La deformación del hombre consiste en una desviación de Ia orientación de su vida. Platón como Aristóteles funda su ética sobre Ia base de que Ia gravitación constante del hombre es hacia su felicidad; pero con más visión y consecuencia que Aristóteles comprende que Ia reforma del hombre ha de venir por el enderezamiento de esa tendencia y por Ia orientación hacia el verdadero objeto de Ia felicidad humana. La felicidad para el ateniense de su tiempo consistía en Ia riqueza y en Ia reputación como términos, y en Ia carrera política como medio. Platón dirige todo el esfuerzo de su filosofía ética a examinar Ia íntima relación entre Ia justicia, Ia felicidad y Ia política. La elucidación de Ia naturaleza de Ia justicia en relación con Ia felicidad Ie
"SalmanticensIs", 4 (1957).
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