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S. León Magno y el Tomus ad Flavianum
San León es una de esas figuras que, sin ser extraordinarias, realizó u,na obra clasificable entre las de primer orden. Entra en Ia historia en el momento preciso en que Jerónimo y sobre todo Agustín, estaban en su pleno apogeo. Cuando ocupa Ia cátedra de Pedro, los tiempos no pueden ser más turbulentos ni política ni doctrinalmente. Su herencia literaria, sin embargo, es mínima y además circunstancial. Sermones, que ineludiblemente Ie impone Ia dirección de Ia diócesis de Roma, y que tal vez signifiquen una innovación dentro de Io que venían haciendo sus predecesores \ y luego cartas, que escribe solicitado por el mundo cristiano pidiéndole solución para múltiples problemas, o contra las herejías que ven en él un enemigo declarado, es todo Io que escribió. Si Ia historia literaria cristiana Ie aclama con el epíteto de «Grande», es sin duda, por su autoridad, por su gobierno, por su firmeza, por su dignidad, por su moderación y equilibrio, más que por su originalidad intelectual. Si quisiéramos esbozar unas lineas generales sobre Ia persona de San León en orden a su teología, tendríamos que decir, en primer lugar, que San León no es una inteligencia especulativa, sino precisamente un hombre de acción. Por eso en sus cartas, que atestiguan su actividad y su prudencia, apenas si encon1. Ciertamente es el primer Papa del que poseemos una colección compacta de Sermones. Of. BAriFPOL, en DTC, Léon I, col. 223; en contra P. DE LABRioLLB, Histoire ãe Ia Littérature latine chrétienne, 1947, p. 620; recogiendo las diversas opiniones H. FitANCK, Zur Geschichte von Weihnachten wid Epiphanie, I (Jahrbuch für Liturgiewissenschaft, XII, 1932, pp. 145-155).
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