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La repercusión de la inteligencia artificial en nuestras vidas, tanto en nuestra
vida cotidiana como en los ámbitos empresarial, financiero, comunicativo, médico,
educativo, jurídico, entre otros, es un hecho. En todos esos campos su desarrollo
puede convertirse en una fuente de grandes oportunidades que mejoren nuestra
existencia individual y colectiva. Pero, por otro lado, sus efectos podrían tener
también implicaciones negativas, si llegara un momento en el que por este medio
quedaran amenazados nuestros derechos fundamentales y resultara mermada la
capacidad de los seres humanos para dirigir su destino.
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