SUMMA. Repositorio Institucional

Salmanticensis 51 (2004) 43-65 EL CUERPO PROPIO COMO ESPACIO MINISTERIAL Nos proponemos hacer una reflexión sobre el ministerio ordenado centrándola en Ia dimensión corporal de Ia vida del presbítero1. Hablaremos del cuerpo del presbítero como espacio de su ejercicio ministerial sin menoscabar otras dimensiones de su ministerio, pero con radicalidad, es decir, tomándolas todas ellas en relación a ésta. Nuestras reflexiones están a mitad de camino entre el acercamiento fenomenológico, teológico y espiritual. Cada una de las afirmaciones supone otras aquí presupuestas y que se han convertido ya en patrimonio común de Ia teología del ministerio. Digamos además que en el horizonte de nuestras afirmaciones se encuentra Ia figura más concreta del presbítero diocesano secular. El cuerpo propio2. La identificación del hombre consigo mismo se produce a través de su propio cuerpo3. En un primer momento por separación, separación física de Ia madre y separación psíquica del mundo del que sólo es una parte. Esta forma de identificación primera supondrá ya de por vida una especie de herida que pide ser sanada. La búsqueda de Ia unión corporal y el afán de dominio sobre Ia realidad manifiestan una tendencia a absorber ésta en un cuerpo 1 El presente trabajo es una reelaboración de Ia conferencia pronunciada en Ia Universidad Pontificia de Salamanca en el ámbito de Ia Cátedra Pedro Poveda el 27 de Noviembre de 2003. 2 Una descripción teológica sintética que recoge las aportaciones más importantes de Ia fenomenología puede verse en J. L. Ruiz de Ia Peña, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental, Santander 1988, 134-8. 3 -El cuerpo como «expresión» de Ia persona es el lugar de toda humanización y por tanto de toda cultura I...1 el cuerpo humano es Ia persona humana en cuanto que se expresa y se realiza visiblemente en el mundo, esto es, en Ia comunicación con los demás y en Ia transformación del mundo como camino de reconocimiento de los demás-, en J. Gevaert, El problema del hombre, Salamanca 1984, 94.

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