|
278
BECENSlONES
Ha querido ser objetivo, haciendo suya Ia norma, que se repite a si mismo, del profesor Seco Serrano, de que «el historiador ha de proponerse una toma de contacto, no una toma de posiciones, ante Ia realidad..., esforzándose en buscar las razones de sus protagonistas». Tarea siempre dificil y más cuando se trata de buscar las «razones» o «sinrazones» en una época tan cargada de radicalismos y de posturas apasionadas. De este modo puede preguntarse al final sobre si se puede seguir hablando o no de Ia intransigencia de Ia Iglesia ante Ia nueva situación política que vivió España desde septiembre de 1868 hasta finales de 1874. Vicante Cárcel muestra a través de su estudio que, pese a tantas y tan diversas tensiones, así Ia Santa Sede como los obispos españoles procuraron evitar cualquier motivo de conflicto con las autoridades civiles, sin que por ello dejaran de manifestar en todo momento su más enérgica protesta por Ia discriminacio,n, legislativa y de abierta o solapada conducta, que el Estado vino haciendo de Ia Iglesia. Como éste, también se van aclarando otros interrogantes; y en ello encontramos uno de los grandes méritos de Ia obra. En una mirada de conjunto, nos parece más llena y elaborada ésta en los capítulos de Ia primera parte. En los de Ia segunda —cosa que viene a reconocer el mismo autor— algunos necesitarían quizá mayor reflexión y amplitud, «por ejemplo, las dedicadas al clero y al pueblo, que merecen estudios locales más profundos» (p. 16). Sin que, como también afirma, pretenda Uenar ningún vacío, este nuevo estudio nos parece tan enriquecedor, no sólo por Ia abundantísima documentación que aporta, sino por el abanico de nuevas pistas de investigación que nos ofrece, que a no dudarlo habrá de tenerlo en cuenta cualquiera que de ahora en adelante se adentre en el conocimiento no sólo de este período, sino de Ia historia de Ia Iglesia española del siglo XIX. F. Martín Hernández 3) FILOSOFÍA F. Brentano, Sobre io existencia de Dios, trad, y pról. por A. MillánPuelles (Madrid, Ediciones Rialp 1979) 474 pp. Brentano presenta una papeleta nada fácil para el historiador de Ia filosofía. Por una parte, su obra presenta caracteres un poco extraños para colocarla con facilidad dentro de las corrientes de su época y uno sentiría Ia inmediata tentación de pasarla por alto o circunscribirla al círculo limitado de los especialistas en aristotelismo; por otra parte, su influencia es tan decisiva en Ia filosofía posterior qu su nombre no puede silenciarse. De él deriva de algún modo Ia obra de su discípulo Husserl (y toda Ia fenomenología, por tanto), pero también Ia obra de su discípulo Meignon y el grupo de Graz (en algún sentido, por tanto, Ia Gestaltpsychologie a travée de Ehrenfels), los axiólogos Io han reconocido como uno de sus inspiradores, incluso a través de Twardowski su influencia está presente en Ia escuela lógica de Varsovia y el propio Freud se contó entre sus oyentes. Esto ha conducido a un interés mediatizado por el maestro austríaco y a Ia tentación de considerarlo reiteradamente como «predecesor» de otros, siendo Ia etiqueta más socorrida Ia de -prefenomenólogo», tal método es historiográficamente incorrecto de raíz porque nadie se reduce a ser mero «predecesor» de Io que
|