|
RECENSIONES
C. H. DoDD, La Btt>le aujourd'hui (CoI. «Bible et vie chrétienne»). Tournai, Casterman, 1957.—174 p., 21 cm. Se trata de Ia traducción francesa de Ia obra «The Biblie to-day», del célebre escriturario inglés, C. H. Dodd, profesor honorario de teología en Ia Universidad de Cambridge. Esta edición está prologada por Dom Charlier, quien se felicita de que Ia Biblia que «durante tantos siglos, más que unir, ha dividido a los cristianos, está a punto de aproximarlos». El Prof. Dodd, en efecto, pertenece a Ia iglesia protestante de L·iglaterra, y Ia presente edición, con censura eclesiástica, entra a formar prate de Ia colección «Biblie et vie chrétienne», al lado de otras obras escritas por católicos. Dom Charlier hace notar con satisfacción que el autor ha sabido unir felizmente «la claridad de exposición con el rigor científico, Ia sencillez con Ia agudeza en las apreciaciones, el espíritu crítico con el espíritu de fe», y añade poco después: «A part quelques positions critiques, et surtout une page où l'auteur semble exprimer sur les fins dernières des vues moins conformes à l'enseignement traditionel, il n'est rien dans cet ouvrage qui puisse froisser Ia sensibilité catholique Ia plus delicate» (p. 7). A continuación se publica Ia obra como está en Ia edición inglesa, sin nota ni aclaración alguna, tampoco en esas páginas en que se sostienen posiciones «críticas» e interpretaciones «escatológicas», que el prologuista considera inadmisibles. Sinceramente hemos de manifestar que este proceder, en una obra destinada no a especialistas sino al público en general, no nos satisface. Esos puntos de divergencia que se señalan y otros varios que se pueden añadir son graves, y, sin nota ni aclaración alguna, entre los lectores no suficientemente capacitados para juzgar en cuestiones bíblicas, no pueden sino sembrar confusión. Reconocemos que en los siete capítulos de que consta Ia obra, especie de introducción a Ia S. Escritura, hay sugerencias y apreciaciones magnificas, pero mezcladas con ellas hay muchas otras que no podemos admitir, v. gr., que Ia historia de Israel comienza con los profetas Amós, Oseas e Isaías, no disponiendo para tiempos anteriores sino de leyendas en que como personaje central aparece Moisés (p. 42 y 60), que el Antiguo Testamento contiene «incongruencias y contradicciones no sólo en Ia narración de los hechos, sino también bajo el punto de vista de apreciaciones morales» (p. 18), que el canon de los libros de Ia Escritura está formado, en último término, atendiendo al contenido, es a saber, porque son libros en los que se nos informa de las relaciones de Dios con su pueblo en Ia Antigua y Nueva Alianza (p. 15-18). Está claro que sobre todo esta última afirmación, si nos quedamos ahl, como de hecho parece quedarse el autor, es de consecuencias muy graves, que necesariamente se han de notar a Io largo de toda Ia obra. Ciertamente que los libros de Ia Escritura son eso, pero son algo más : son libros que «habiendo sido escritos bajo Ia inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor» (Conc. Vat. ses. HI, cap. 2). Y ésta es precisamente Ia nota distintiva suprema, que los distingue de cualquier otro libro, y que hace que jamás podamos hablar de error en Ia Biblia. Podrá dudarse, y de hecho se duda muchas veces, del sentido que en Ia intención del autor sagrado tenga esta o aquella expresión, este o aquel pasaje, pero de Io que no puede dudarse es de que en Ia Biblia haya algo contra Ia verdad. De no admitir este concepto de «libro sagrado», como de hecho no parece admitirlo el Prof. Dodd, las consecuencias necesariamente han de notarse a Io largo de toda Ia obra. Aun reconociendo, pues, que Ia obra es de valor y está escrita por un escriturario
|