|
LA HEUDE Y SUS ATLEïAS EN SAN PABLO
Tarso, mefrópoli del comercio y de Ia ilustración helénica
Cada hombre irradia algo de sí en el ambiente en que vive, y a su vez recibe las influencias de su medio, ha escrito sabiamente el Cardenal Gomá. Es humanamente imposible sustraerse a las emanaciones misteriosas, pero reales y verdaderas, que toda comunidad social despide de sí, y que, como atmósfera sutil y delgada, impregna las fibras más secretas del que durante largos años convive en su seno. Insensible y calladamente, con el aire que hinche su pulmón y Ia vida que teje su existencia, respira el hombre y asimila las formas y los modos que su medio Ie ofrece y presenta constantemente. El espectáculo del marco natural que cada día hiere invariablemente su pupila y Ia contemplación de unas mismas personas y cosas que dentro de este marco uniforme viven y se desarrollan, no puede menos de dejar en el individuo huellas profundas y notas características. A medida que su ser se desenvuelve, el influjo de su medio ambiental aparece cíara y distintamente: el concepto y el pensamiento, Ia expresión y Ia metáfora, serán siempre hijos naturales del individuo; pero al querer delinear sus facciones descubriremos los tintes y colores que Ie ha prestado el ambiente en que nació y vivió,.. A través de las páginas evangélicas, acuarela brillante de lirios, pájaros y aguas, revélase Ia fuerza lírica y el exquisito gusto de Cristo Nazareno que llegó a intimar con Ia naturaleza en Ia región ubérrima y solitaria de Galilea. Pero a través de los escritos paulinos, conjunción maravillosa de especulación y concepción, pensamiento y razón, vida y verdad, esmaltada con Ia metáfora fuerte y valiente de soldados con piel de hierro y at!etas de carnes duras, descubrimos al Saulo judío y fariseo que albergaba en su alma el ardor rabínico, y al Pablo tarsense
|