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CRITICA DE LIBROS
P. CEREZO GALÁN, Las máscaras de ¡o trágico (Filosofía y tragedia en Miguel de Unamuno) (Madrid, Trotta, 1996) 861 pp., 23 x 14 cm,
Pedro Cerezo, en el espacio filosófico español, no necesita presentación, pues Ie avalan sendos trabajos dedicados a Antonio Machado (Palabra en el tiempo), y a José Ortega y Gasset (La voluntad de aventura), que, cada uno por sí, es una excelente tarjeta. Estas dos obras serían argumentos decisivos para justificar cualquier excelente calificativo filosófico dedicado a su autor. En esta su nueva obra, Las máscaras de Io trágico, P. Cerezo, sobrio manejador del idioma español y conocedor de sus entrañas (adecuado por tanto al decir unamuniano), pretende revelarnos Ia «biografía espiritual» de Miguel de Unamuno («he querido hacer espíritu», 762). Sin lugar a dudas es todo un acierto esta línea interpretativa tratándose de Miguel de Unamuno, dado que éste entiende que Ia historia de Ia filosofía no ha de ser explicada a modo de generación de sistemas sino desde Ia «biografía íntima» de quien filosofa, porque «es Ia íntima biografía Ia que más cosas nos explica», como señala ya en Ia primera página DeI sentimiento trágico de Ia uida. Esta fundamental idea unamuniana, con frecuencia, ha sido usada para derivar hacia interpretaciones psicologistas del individuo Unamuno. Sin embargo, Pedro Cerezo ha huido de forma consciente y deliberada de tales interpretaciones (545): «no siento simpatía por psicoanalizar a un autor» (612); «nunca me han satisfecho estas lecturas sintomáticas, que psicologizan a un autor en vez de hincarle el diente a Io duro de Ia cosa misma» (577). Tampoco, por el contrario, quiere hacerle una lectura lógico-conceptual, o como dice el propio Cerezo, de «razonador profesional», ayuno del sentido del espíritu (nota 46, 756), pues que no ha lugar en Ia obra de Unamuno. «La dureza de Ia cosa misma», tratándose de Unamuno, no es sólo cuestión de historia personal (psicología o lógica) sino a mayor escala, de historia cultural (577) europea y española, de las que Unamuno era pleno conocedor. Y es en este contexto histórico cultural en el que P. Cerezo lleva a cabo su interpretación de Unamuno. Es por esto por Io que se puede afirmar que dicha interpretación es verdaderamente unamuniana, porque como buen crítico-hermeneuta ha comprendido (y no juzgado, 235): comprender y no juzgar es Ia «forma intelectual de Ia generosidad», había dicho Cerezo con Ortega, Io más sustancioso de su obra, el espíritu (local-universal) de su autor, expresado en sus textos, que incluyen tanto ensayos, como poesías, cuentos, novelas, cartas, artículos y algunos inéditos, completando así una lectura, como dice Laín Entralgo en el Prólogo, enormemente documentada, y configurándose como lectura global y general de su obra, que tan necesaria venía siendo después de tanta lectura fragmentaria.
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