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PRESENTACIÓN
«La sustancia de Ia filosofía es ética. Etica, que una vez que hace su obra, peligra de tomar esta obra por hecha de una vez por todas: ética de Ia sobrenaturaleza, ética de Ia razón, ética de Ia vida (singular o social), ética de Ia ciencia... Siempre en poder de un amo. Pronunciada por el hombre su voz, deja él de estar en activo; se abraza a esa voz y secunda su dictado, como el primitivo en su baile secunda los ritmos del tambor tribal. Lo que hace el hombre con Ia soledad no se resuelve en nada. Mas nada de Io que con ella hace es de una vez por todas resolutorio» (S. Alvarez Turienzo, El hombre y su soledad, p. 255).
Dentro de ¡os usos académicos internacionales, el género de «homenaje» a alguna figura destacada de Ia docencia o de Ia investigación, con motivo de una fecha señalada en su biografía, cuenta con amplia tradición. Es Ia ocasión oportuna para que colegas, amigos o discípulos ofrezcan un testimonio público de reconocimiento y, al mismo tiempo, para que quede como símbolo permanente de ¡a personalidad del homenajeado. Por el contrario, los contenidos que se cobijan bajo este género son muy variables: desde el intento de unificarlo en torno a un tema básico, el que se supone dominante en Ia personalidad del homenajeado, hasta Ia más heterogénea «miscelánea», caben múltiples fórmulas. En España este género, antes que una costumbre habitual, resulta más bien excepcional. Cuando se produce, nuestro ya tópico pecado capital de ¡a envidia arroja sobre él Ia sospecha de tartufismo. Se suele escoger Ia circunstancia de alguna «despedida» y más de uno sospecha, muchas veces con razón, que el presunto homenaje es una carta de despido a mayor honra y gloria no del homenajeado, sino de los autores del homenaje. Tampoco debía resultar tan extraño que en una tradición cultural como Ia nuestra, tan escasa de verdaderos maestros, sean muchos los que no se sienten dispuestos a reconocer ningún magisterio y en eI fondo temen que tal reconocimiento sea pura beatería. Sin embargo, los hechos, además de ser tan «estúpidos» como quería Nietzsche, son insobornablemente testarudos y el empeño en olvidar nuestra historia jamás nos hará más libres, sino tan sólo más ignorantes. Es un hecho constatable que en su casi medio siglo de existencia Ia Facultad de Filosofía de Ia Universidad Pontificia de Salamanca sufrió un cambio fundamental, que afecta a Ia raíz misma de su concepción y que, por tanto, no estuvo exento de traumatismos considerables. Sea por elección propia o por Ia fuerza de las circunstancias, el Pro/. Alvarez Turienzo,
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