|
MORAL EVANGELICA Y REALIZACIÓN DEL HOMBRE
Descartes define al hombre como ser pensante: el pensamiento es nuestra tierra, Ia base donde estamos sustentados, como realidad que por sí misma no puede engañarnos ni mentir en forma alguna. Pues bien, en contra de Descartes, afirmamos que, siendo primordial, el pensamiento no consigue definir al ser humano. Aquel razonamiento concreto que nosotros «tenemos» o «nos tiene» resulta siempre vacilante y se encuentra acompañado de ilusiones. En ese espacio racional de nuestra vida no podemos separar en forma estricta las verdades e ilusiones, las angustias, mentiras, preocupaciones y miedos. Por eso, el ser del hombre no se puede fijar ni definir a nivel de pensamiento, si es que al hombre se Ie quiere encontrar felicidad y certeza permanente1. Kant, dando un paso decisivo en relación a Descartes, define al ser humano como acción. En el principio no se encuentra el discurso de Ia razón pura, Ia palabra enunciativa o reflexiva. En el principio está Ia «razón práctica»: el hombre es Io que hace, Io que se hace a sí mismo en un proceso creativo que se halla regulado por su propia capacidad conformartiva, en clave individual y social. Hombre es aquel ser que puede y sabe hacerse, encontrando sentido a su actuación, conforme al imperativo fundante de Ia razón práctica: «obra de manera que tu propio hacer pueda entenderse como modelo de acción para todos los humanos». Eso significa que en Ia realizadión del individuo se pone como norma originaria (como punto de referencia creativo) el bien del conjunto de Ia
1 Mi lectura de Descartes puede estar influenciada por K. Jaspers, Descartes y !a filosofía, La Pléyade, Buenos Aires 1973.
|