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Diálogo Ecuménico t. XLI, n. 129 (2006) 37-41
GUÍA DE ESTUDIO
LA LUZ DE CRISTO ILUMINA A TODOS: EL HIJO CRUCIFICADO Y RESUCITADO Y LA LUZ TRINITARIA
Luz de luz. La luz es un símbolo universal entre todos los pueblos y todas las trPiero Codaadiciones religiosas y escuelas de pensamiento: es un símbolo de ser, de conocimiento y de vida. Remite de hecho al sol, que es la fuente visible de luz para la unidad y que, como cantó san Francisco “de Ti, el Altísimo, lleva la semejanza”. Jesús usó el símbolo de la luz para expresar el misterio de su persona y misión: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 13). Desde la primera página del libro del Génesis hasta la última página del libro del Apocalipsis, el símbolo cristológico de la luz recorre el relato entero de la creación y la historia de la salvación como un hilo de oro. La palabra que creó al principio rompe el silencio y proclama: “Haya luz, y hubo luz” (Gn 1, 3). En la plenitud de los tiempos, la “verdadera luz, la luz que ilumina a todo hombre” (Jn 1, 9), viene al mundo, se hace carne y planta su tienda entre nosotros (cf. Jn 1, 7.14). El rostro de Cristo brilla como el sol en el monte Tabor (cf. Mt 17, 2), y el que le sigue “el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12). Al final de los tiempos, la ciudad santa, Jerusalén “bajaba del cielo, de junto a Dios y tiene la gloria de 39
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