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Vsque in exitium dulces. Las Sirenas: las metamorfosis de una metamorfosis
Las sirenas han recorrido un largo camino, en el tiempo y en el espacio: desde el Canto XII de Ia Odisea, en el que hacen su primera aparición, en Ia predicción y vaticinio de Circe que hace saber a Odiseo que encantan a cuantos hombres van a su encuentro atraídos por su dulce canto, hasta su aparición en las páginas de Internet, que informan de Clubs de Sirenas cuyos miembros se intercambian información, e incluso, a veces, reproducciones de bellas mujeres que, junto al mar, se fotografían, disfrazadas con cola de pez, pasando por las ya sirenas-pájaro en las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, o las jóvenes, amigas y compañeras de juegos de Perséfone que, en Ovidio, son metamorfoseadas en sirenas-pájaro para buscar por el mar a su amiga raptada; o, ya mujeres-pez en objetos de cerámica de los siglos o a. de C. y i-ii d. de Cristo y en el Liber monstrorum del siglo vi y en los Bestiarios medievales, o, ¿por qué no?, en Ia sirenita, a veces hasta decapitada, que reposa, sobre una roca y junto al mar, a Ia entrada del puerto de Copenhague. Un largo camino en el espacio y en el tiempo y, a Ia vez, una intensa variedad de contenidos en el propio mensaje del mito. Porque el mito de las sirenas actúa no solamente en el mundo marino, como cautivadoras de las voluntades de los navegantes a los que arrastran a Ia perdición (de donde Ia moralización del tema que quiere ver en las sirenas Ia personificación de Ia tentación del hombre por Ia mujer cuando no
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