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Monacato: sociedad y siglo iv
Al hacer el estudio de los orígenes del monacato, hemos querido insistir en los aspectos sociales, económicos y, secundariamente, políticos, que Io explican históricamente. Los consideramos fundamentales porque los fenómenos históricos, de cualquier índole que sean, no son movimientos esporádicos o casuales que aparezcan sin una razón que determine su existencia. El hombre se encuentra encuadrado dentro de unas coordenadas que marcan su vivir; ellas son las que determinan el por qué y el para qué de sus actos. Y si es cierto que una doctrina es capaz de producir un género determinado de vida, de hacer tomar unas decisiones en el propio realizarse de Ia persona, tampoco hay que olvidar que los impactos de Ia realidad social juegan las hazas decisivas. Nos detendremos en Ia vida social del Bajo Imperio, porque ella origina un modo de vivir de sus ciudadanos, de modo que es el catalizador de Ia vida política y religiosa. El monacato, tal y como se ha desarrollado en sus orígenes, fue como tenía que ser y no de otra manera.Jispeculativamente pensaríamos que pudo haber nacido de forma diferente; pero, después de haber estudiado los acontecimientos coetáneos en todos los órdenes de Ia vida, creemos que fue Ia consecuencia lógica de un mundo circundante. En el «IV Convegno Italiano di Studi sulla Spiritualità Monástica» —celebrado del 4 al 9 de octubre de 1964 en Santa Justina de Padua—, Dom Jean Gribomont opinó, apropósito del tema «Chiesa e vita monástica», que no era del todo exacto
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