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El mal y el hado en la tragedia griega
El problema del mal y del hado en la tragedla clásica griega es, por supuesto, extraordinariamente complejo, no sólo por el tema en sí, sino porque, aun dentro de Ia tragedia, es decir, en el modo de ser contemplado y resuelto por sus tres grandes representantes —Esquilo, Sófocles y Eurípides— ofrece acentos peculiares y soluciones diversas, o al menos características muy significativas. Sin embargo, existe algo común a los tres grandes autores trágicos: una visión enfrentada a todo el pensamiento anterior. Algunas cuestiones previas se hacen imprescindibles para entender Ia posición especial de los trágicos. Qué es el Hado y el MaI. Todo cuanto desde este horizonte del pensamiento llega a sus manos está marcado por Ia huella indeleble de Homero desde el siglo vin hasta el v antes de Cristo. El poder de los dioses es algo indiscutible, admitido sin reserva entre los griegos educados a través de los poemas homéricos, biblia de los pueblos helénicos, hasta Platón al menos. No había espacio del mundo y de Ia vida humana, que el hombre pudiera reservarse como ser autónomo. La pregunta decisiva no giraba en torno a si el hombre obra libremente o es arrastrado por otro, sino en si su ruta Ie lleva al abismo o a las alturas. La cuestión de Ia responsabilidad —central en el tema del mal y de las libres decisiones—, es discutida a veces en los discursos ilíacos, taji sólo para atribuir Ia culpa en Ia desgracia Ul. 3, 164) o el mérito en los éxitos del enemigo (II. 20, 94-98) a unos poderes más altos, a los dioses. Es malo Io que no tiene éxito; bueno aquello que favorecen los dioses Ul. 4, 390). El pre-
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