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ARTÍCULOS
D(Ec t. XIX, n. 64 (1984) 137-202
ENCARNACIÓN E IGLESIA
Cuando en 1825 J. A. Möhter publica ©n Tubinga su primera gran obra eclesiota lgtesla1, se daba por parte catòlica Ia superación de una concepción eolesiol que, partiendo del ConcMo de Trento, se había anctado en ta polémica antiprotestante. Frente a Ia teologìa luterana, centrada en Ja ifivisibilidad de ta lgtesia, en ila Iglesia sonta, Ia teotogía católica se esfuerza parcialmente en defender ©I aspecto visible, jerárquico e institucional. En el estudio de Ia Iglesia, Ia dualidad visibleinvisible aspectos ambos de Ia unidad ectesial, se fue acentuando empujada por ta polémica2. De este modo, se fueron perdiendo por parte cotóHca elemerrtos que eran clásicos en Ia teología ec>esial. Mohier hace reaparecer Ia parte interior e invisible de Ia Iglesia como elemento integrante y decisivo de Ja definición ectesiol. Porte del Espíritu, artífice de ila unidad del que procede ta vida en Ia comunidad eolesial y desde el que se exptica Ia visibilidad como una manifestación ol exterior. Tras dejar ctaro el principio divino de ¡la Iglesia, siete años más tarde se ocupa de valorar el aspecto humano y, para ello
1 Die Einheit in der Kirche oder dos Prinzip des Katholizismus dargestellt im Geiste der Kirchenväter der drei ersten Jahrhunderte (Tubinga 1825). 2 tMientras los protesiantes reducion Ia Iglesia al cristianismo interior, a Ia salvación y, por Io mismo, volatilizaban Ia ec'esiología, los apologistas católicos Ia construían especialmente como conjunto de los medios de gracia, mediación ¡erárqaca de los medios de salvación». Y. M. Congar, Ja!ones para una teo'cgía del loicado, 3 ed. (Barcelona 1965) 62.
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