|
LIBERTAD PRACTICA Y LIBERTAD ESTETICA
La filosofía ha pensado habitualmente Ia libertad en relación al problema práctico, es decir, a Ia moral. El hombre es libre para elegir entre el bien y el mal, para escuchar a Ia razón o dejarse llevar por impulsos irracionales ... Este es el planteamiento de fondo de Platón. El alma puede luchar por elevarse en Ia escala de Ia sabiduría y el bien o puede dejarse invadir por Ia densidad del cuerpo que embota el espíritu. La libertad del artista es siempre una libertad supeditada a Ia libertad práctica: el artista —el "músico"— puede imitar ritmos sobrios y señoriales que incitan a Ia virtud o puede imitar ritmos muelles "aptos para bebedores" (República, 399 a). Y, en cualquier caso, el artista se limita siempre a imiíar, es decir, se supedita sumisamente a copiar realidades. Es por ello que nada se perdería si desterrásemos a los poetas de Ia República, pues su existencia transcurre siempre en el nivel ontológico más degradado. No es que trate ya con camas materiales sensibles, como es el caso del carpintero, sino que como Van Gogh se limita a meras copias de camas sensibles, entes que son menos que cuerpos. Así que el artista no encuentra aquí sitio para desplegar ningún tipo de libertad estética: el artista es un imitador, sólo que imitador de objetos que, a su vez, son ya imitaciones (pues Ia cama de madera no es más que una copia, un ejemplo, de Ia Cama Ideal): imitador, pues, al cuadrado, habría que decir ¡Y eso que los griegos fueron prácticamente los primeros en reconocer y otorgar cierta libertad creadora al artista! Antes los artistas (¿artesanos?) repetían monótonamente las reglas reproductivas que Ia tradición marcaba1. Por otra parte, cuando Platón reconoce elementos positivos 1 «El estilo egipcio fue un conjunto de leyes estrictas que cada artista tuvo que aprender en su más temprana juventud. Las estatuas sedentes tenían que tener las manos apoyadas sobre las rodillas; los hombres tenían que ser pintados más morenos que las mujeres; Ia representación de cada divinidad tenía que ser estrictamente respetada: Horus, el dios-sol tenía que aparecer como un halcón o con Ia cabeza de halcón; Anubis, el dios de Ia muerte, como un chacal o con cabeza de chacal. Cada artista tuvo que aprender también el arte de escribir bellamente. Tuvo que grabar las imágenes y los símbolos de los jeroglíficos clara y cuidadosamente sobre piedra. Pero una vez en posesión de todas esas
|