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AMERICA EN EL PENSAR FILOSÓFICO EUROPEO. TRES MOMENTOS: HEGEL, KEYSERLING, ORTEGA
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OBSEBVACION PBELIMINAB
No cabe duda de que uno de los problemas centrales que han ocupado tradicionalmente a Ia inteligencia americana es el Uamado «Problema de América». Para los americanos, en efecto, América ha sido, y sigue siendo, un «problema» que, como atestigua buena parte de Ia mejor tradición cultural americana, se ha hecho sentir en las mentes más señeras de Ia conciencia intelectual latinoamericana como profundo problema de sentido e identidad cuyo planteamiento y solución apremia y urge. A los americanos, pues, el problema de América se les impone. Pero no se les impone como algo extraño, sino más bien como una cuestión que hace e importa a Ia elucidación del sentido de su propio ser americano. Sentir el problema de América es, para el americano, sentir Ia problematicidad de Ia realidad de su peculiar manera de ser. No se olvide que en Ia tradición cultural del continente Ia misma tierra americana aparece en intimísima relación con una manera de ser determinada. Es decir que en Ia conciencia americana emerge América como un problema en el que se plantea y debate una cuestión de clara raigambre antropológica. Dicho más concretamente, el problema de América o Ia vivencia de América como problema es también, y quizá fundamentalmente, el problema del hombre americano en cuanto peculiar figura histórica de Ia humanidad. Así Ia pregunta por Ia realidad de América interroga al mismo tiempo por las condiciones de posibilidad de una manera de ser genuina y auténtica, esto es, acreditada en su l contextura misma por el «suelo» (fundamento / Grund) en el que está . Y quizá sea esta clara dimensión vital y antropológica el motivo fundamental que ha impulsado al pensamiento latinoamericano a plantearse siempre de nuevo el problema de América. Desde esta perspectiva se evidencia, además, Ia razón que respalda a nuestra afirmación inicial de que el problema de América pertenece indiscutiblemente a Ia tradición del pensar americano. Mas no será ésta Ia cuestión que ha de ocuparnos ahora. Las páginas que siguen no tienen por objeto demostrar que el problema de
1 Aquí empleamos el concepto «suelo» en el sentido expuesto por Rodolfo Kusch en su obra: Esbozo de una antropología filosófica americana (Buenos Atres 1978).
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