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IGNACIO DE LOYOLA, LA ESCUELA DE SALAMANCA Y AMÉRICA: JOSÉ DE ACOSTA
ALCALÁ, SALAMANCA, PARÍS Cuando por decisión de Ia autoridad eclesiástica el ya convertido Iñigo de Loyola abandona Jerusalén, donde, a raíz de su conversión tenía el propósito de permanecer «para siempre», tiene que rehacer su proyecto apostólico. Tras una madura refexión se decide por los estudios; o, como él afirma, después que «entendió que era voluntad de Dios que no estuviese en Jerusalén, siempre vino consigo pensando qué haría, y al final se inclinaba más a estudiar algún tiempo para poder ayudar a las ánimas» (Au, 50) 1 . El encuentro con el mundo estudiantil y académico de su época (Barcelona, Alcalá, Salamanca, París, Bolonia), durante unos doce años (15241537), significó para él algo muy distinto de Io que generalmente suponía para cualquir estudiante de aquel tiempo. No sólo por su edad, unos quince años mayor que el estudiante medio de entonces, sino sobre todo por Ia amplia experiencia que llevaba consigo: había sido educado según los ideales cortesano-caballerescos que estaban presentes tanto en Ia tradición familiar de los Loyola como en Ia que a partir de los quince años fue su domicilio habitual, Ia familia del contador mayor del Reino de Castilla, D. Juan Velázquez de Cuéllar, que residía en Arévalo y Valladolid. Al estar al servicio de un alto burócrata de Ia Administración castellana, comparable hoy con un ministro de hacienda, íñigo estaba formado, antes de que acaeciera el cambio de vida que supuso Ia conversión, a Ia edad de treinta años, en asuntos administrativos, pudiendo haber sido gobernador de una «buena tenencia» (Au, 11).
1 Los textos ignacianos se citan según Ia edición Obras de San Ignacio de Loyola, ed C. de Dalmases - M. Ruiz Jurado (Madrid: BAC, 1991), siguiendo Ia numeración del texto y con Ias abreviaturas: Au = Autobiografía, EE = Ejercicios Espirituales, Const = Constituciones.
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