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SOBRE LA NOCION ANSELMIANA DE VERDAD *
1.
POB QUE ES NECESABIO DEFINIB LA VEBDAD
San Anselmo comienza su De veritate (cap, I) con el pasaje de Ia Sagrada Escritura: «Yo soy el Camino, Ia Verdad y Ia Vida» (Ioh 14, 6). Este versículo delimita cuidadosamente su punto de partida, según el método que ya había empleado en el Monologion y en el Proslpgionl. La conclusión de tal premisa revelada es que si Dios es eterno, también habrá de serlo Ia verdad2. Pero a continuación desarrolla otro argumento en favor de Ia eternidad de Ia verdad, ya incoado en el Monologion, que resulta muy interesante 3. Este argumento quiere ser una prueba de Ia eternidad de Ia verdad a partir de Ia noción misma de verdad. En efecto: consideremos las siguientes dos proposiciones (o enunciaciones, como prefiere en el De veritate): futurum erat aliquid (a) praeteritum erit aliquid (b)
* He procurado limitarme casi exclusivamente al De veritate anselmiano, según Ia versión critica latina publicada por Franciscus Salesius Schmitt (Edimburgo 19481961), que citaré por Ia edición bilingüe de Ia BAC, a cargo de Julián Alameda (Madrid 1952-1953), en dos volúmenes. La traducción castellana de Alameda me parece discutible en varios pasajes. Por ello he recurrido también a Ia traducción de Angel J. Cappelletti (Buenos Aires 1978). Conviene recordar que San Anselmo (cf. De veritate, praefatio) desarrolló su gnoseologia en tres trataditos: el citado De veritate, el De libértate arbitrii, y el De casu diaboli, que deben ser leídos por el orden referido. Pero sólo en el De veritate abordó directamente Ia definición de «verdad«, que dlo por supuesta en los otros dos opúsculos. Los tres fueron escritos durante su priorato de Bec (1063-1078). 1 En el prólogo del Monologion confesaba su intención de no recurrir a Ia autoridad de las Sagradas Escrituras, sino sólo basarse en argumentos al alcance de todos, es decir, estrictamente racionales. Cuando en el proemio del Proslogion manifestaba que todo el Monologion sólo había sido una meditación sobre los misterios de Ia fe, no declaraba el fracaso del método que inicialmente se había propuesto. El método anselmiano había consistido, en esas dos primeras obras sistemáticas, en partir de un artículo de Ia fe para llegar, sin acudir a argumentos de Sagrada Escritura, por medió de una especulación meramente racional, a Ia misma verdad revelada, pero inteligible por sí misma. Sobre el método anselmiano, cf. Joseph Bassam, 'Existence et verité chez saint Anselme', Archives de Philosophie 24 (1961) 330. Véase también: Paul Vignaux, 'Nécessité des raisons dans Ie Monologion', Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques 64 (1980) 3-25. 2 La eternidad de Dios se demuestra en el Monoiogíon (cap. XVIII) arguyendo que Ia esencia suprema no puede tener ni principio ni fin: no puede ser «ni Ia nada, ni por Ia nada, ni por otro, ni de otro... ni de sí misma...». 3 Cf. De veritate, cap. I.
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