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Facultad de Educación, Universidad Pontificia de Salamanca
Papeles Salmantinos de Educación -Núm. 16, 2012-
No hace muchos años le escribía al profesor Sans Vila, ya en Roma, que había otras formas de sentir la orfandad que la sola de perder a los padres naturales. Me refería entonces al hueco que deja el ver desaparecer, poco a poco, a quienes fueron primero profesores, formadores después con el ejemplo y compañeros en el claustro durante décadas. Moría, en aquella ocasión, el que fue la inicial figura profesoral que percibí al entrar en mi primera clase en la universidad, Manuel Fernández Pellitero, al que habían precedido años antes Claudio Vilá Palá, Carlos Schramm, Josafat Alcalde, Antonio Cabezas… Pero idéntico sentir he experimentado en los últimos lustros, al ver desaparecer a muchos profesores de otras facultades, a la mayoría de los cuales me los encontré al entrar en la universidad, allá por los años 70, aunque nunca los tuve en clase ni disfrutara en directo de su magisterio como alumno, lo que no excluye el haber aprendido con ellos en una larga convivencia de casi cuarenta años. Me refiero en este caso a los desaparecidos Vicente Muñoz, José Ignacio Tellechea, Juan Luis Ruiz de la Peña, Juan Luis Acebal, María Teresa Aubach… o a aquellos otros que la jubilación forzosa ha distanciado de las aulas: Saturnino Álvarez Turienzo, José Guillén, Antonio García y García, Enrique Paniagua, Ramón Trevijano, Antonio Vázquez, Jorge Sans Vila, Mariano Álvarez, Olegario González de Cardedal, Gerardo Pastor, José Román Flecha, José Manuel Sánchez Caro, Tita Martín Tabernero, Antonio Pintor Ramos… Juntos todos componían un plantel que conformaba una universidad pequeña y pobre en lo material, pero enorme y riquísima en lo que en sí da valor a una institución de tal nombre. Con suma facilidad, y prácticamente nulo impedimento administrativo, podía uno asistir a sus clases, y más aún acercarse a ellos en busca de preguntas o algunas sugerencias. Vivíamos todos, alumnos y profesores, extraños a la rígida planificación burocrática que hoy predomina,
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ORFANDAD ACADÉMICA
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