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Las quemaduras constituyen un problema de salud pública a nivel mundial, ya que se estima que provocan alrededor de 180.000 muertes al año. Esta cifra, engloba los diferentes tipos de quemaduras que existen en función del agente causal que las desencadenan y de la profundidad o extensión de la lesión. Como resultado de estas lesiones, el organismo humano experimenta diferentes respuestas a nivel local y sistémico que, en situaciones de riesgo extremo, conducen al fallo multiorgánico del enfermo y, en algunos casos, a su fallecimiento. Asimismo, las quemaduras se consideran las causantes de las secuelas psicológicas presentes una vez transcurrido el suceso. El tratamiento del paciente gran quemado tiene como objetivo, en un primer momento, la valoración exhaustiva del paciente, realizando acto seguido la reanimación precoz y cuidados de soporte vital avanzados requeridos por este tipo de pacientes quemados críticos. La figura del personal de enfermería en el manejo del paciente gran quemado, se basa en la valoración del enfermo para la identificación de las necesidades que estos demandan. En función de ello, se establecen los diagnósticos precisos, junto con los objetivos e intervenciones a llevar acabo para exigir cuidados de enfermería eficaces, eficientes y efectivos.
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