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F A M 12 (1996) 79-87
J . ESPINA BAHRIO
Doctor en Medicina - Psiquiatra Valladolid
La psicoterapia y la religión han tenido siempre unos puentes de unión muy estrechos. Los médicos provienen de los hechiceros, que curaban el alma, y los cirujanos de los barberos, que extirpaban lo que generaba mal. Los psicólogos, al menos en España, pertenecen a la filosofía y ésta se encuentra íntimamente ligada con la religión, bien sea para confirmarla (filosofía teísta) o negarla (filosofía no teísta); sin embargo, su antecedente inmediato fueron los médicos dedicados a curar el alma y, en especial, los psiquiatras. Los grandes pioneros de la psicoterapia han sido, en su gran mayoría, médicos. Estas conexiones no extrañan si uno se da cuenta que el significado de religión es religare, o volver a unir lo que estaba disperso, y la psicoterapia intenta reunir las percepciones dispersas del cliente psicótico o transformar la percepción deformada del neurótico. El auge de la psicoterapia hace sostenible la afirmación de que los pacientes han abandonado el confesonario y lo han sustituido por el diván; en ambos se pide a la persona que diga todo lo que piense, con lo que la confesión es el elemento principal de la psicoterapia. Se supone que cuanto más se exprese el cliente mejor se va a encontrar. La asociación libre purifica al confeso y además le hace partícipe de un saber inconsciente que, por definición, no puede conocer. Para que la transformación suceda se precisa de un ritual que se debe cumplir y que marca las condiciones del encuadre y la periodicidad. No parece casual que los grandes pioneros de la psicoterapia fueran judíos. Así ocurre con el psicoanálisis, donde Sigmund Freud y la mayor parte de sus primeros discípulos eran judíos. En la Psicoterapia
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