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NOTAS BmLIO6BAFICAS
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II.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
jEAN MARIE PAUPERT, Cristianismo velho, cristianismo novo. Panfleto e Profecia. Circulo do Humanismo cristão. Moraes Editores. Traducción de Alejandro O'Neill. Lisboa 1969, 327 pp. Este libro está escrito «con cólera e indignación», «con violencia ofensiva», como expresamente declara el autor a Io largo del prefacio en forma de advertencia. Comienza por dividir el cristianismo en «viejo» y en «nuevo», entendiendo por viejo el que estuvo en vigor hasta el Papa Juan XXIÏÏ; y por nuevo, el vigente desde entonces para acá. El Hbro consta de cuatro partes. En las dos primeras critica a los teólogos o filósofos y literatos (Maritain, Guitton, Salieron... generahnente se limita a los franceses) que no abrazan las opiniones teológicas y sociales de los pensadores de vanguardia; o que han dirigido alguna crítica al autor (Cardenal Journet). Los solos títulos son bastante significativos, como «El pantano de los macacos berreadores», «el pantano de los viejos rezungones» para indicar cuál es el estilo del autor, y Ia naturaleza de su polémica—agresiva, apasionada, colérica e insultante—. En esta labor de desacreditar Io «antiguo» y eliminar a los que no opinan como él, llega a burlarse de las encíclicas Divini Redemptoris de Pío XI (contra el comunismo) y Pascendi de San Pío X (contra el modernismo) ; de Fátima y de sus prodigios ; y hasta del P. Pío de Pietralcina y de «su calvario» (pp. 27-28). En Ia tercera parte O5P. 163-263) trata de los verdaderos problemas de hoy, es decir, de Ia teología una y diversa, eterna y cotidiana; del Espíritu y de las instituciones actuales. En Ia cuarta (267-315) intitulada cristianismo del año 2000, profetiza cómo serán para entonces las creencias o mejor, opiniones acerca de Ia infalibilidad del Romano Pontífice, de Ia sucesión apostólica, de los sacerdotes y su ministerio, de las parroquias, de los matrimonios cristianos, del celibato foues hasta los obispos podrán casarse y de hecho los habrá casados) de Ia liturgia muy cambiada, enriquecida con extrañas aplicaciones y maravillosas añadiduras. El tema del libro es interesante. Tratado con objetividad y espíritu sereno, habría resultado orientador. Pero Ia forma «violenta» y «agresiva» del autor, que dirige a quien no piensa como él muchos insultos y pocas razones, produce más bien el efecto contrario. Además, cuando habla de Ia eucaristía (transubstanciación), de Ia infalibik'dad del Papa, del milagro, del pecado original, de Ia Iglesia como institución, de las relaciones prematrimoniales (sexuales, pero sin derecho a procrear, empleando para ello anticonceptivos; o no sexuales...) su lenguaje puede dar ocasión a confusiones y hasta errores en materia de fe y de costumbres fy en materia bien delicada). Por añadidura, Paupert siente el prurito de aparecer como «avanzado» a ultranza: procura alabar oportuna e importunamente a cuantos han tenido desavenencias con Roma, por ejemplo a Lutero, «el más intensamente paulino de todos los teólogos» (pp. 245, 247...), Davis, Lemerciar o>- 241). TeiUiard («el profeta de esta era, y en esto su estatura permanece incomparable», p. 285). En cambio, con los «antiguos» se muestra despectivo hasta elexceso. El mismo presenta su producción como panfleto y profecía. En realidad, mucho más que Ia profecía campean las diatribas e insultos propios del panfleto. Mucho se Ie puede disimular. Pero cuando llega a dar como evidente «el estalinismo de Pío XII» (p. 111) o a proferir contra él y sus venerables predecesores Píp IX (por causa del Syllabus) y San Pío X (por su condena del modernismo) el siguiente insulto: «Ilustraron el martirologio de los tres «Píos» abusivos Mastai-Ferretti, Sarto y Pacelli... así fue como se acostumbró a los potentados romanos a tenerse por dioses» o>. 118), no puede uno menos de indignarse contra un teólogo tan irrespetuoso y petulante. Por todo Io cual el libro resulta desorientador y es desaconsejable su lectura. Quizá para teólogos formados sirva de estimulante; todo esto dejando a salvo Ia recta intención del autor, como puede colegirse de varios lugares, sobre todo del «posfacio en forma de cartas» G?p. 319-325). Por su parte el traductor se ha apropiado el estilo del original; y así Ia traducción portuguesa refleja con bastante aproximación Ia «cólera» y Ia petulancia del autor francés. Pelayo de Zamayón
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