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CONFESIONALIDAD DEL ESTADO DESDE EL PUNTO DE VISTA ECLESIÁSTICO DIOS SUJETO DE DERECHOS TOTALES Unos considerandos doctrinales previos nos ayudarán a situarnos en ia cuestión ; nos ayudarán, no menos, a no naturalizarla excesivamente : A) En un principio fué realidad el teocentrismo perfecto: todo era hechura de Dios; hechura de Dios era el hombre; todo giraba en Ia órbita divina, íi través de dos eslabones a tenor del "creced y multiplicaos"1: todo para el hombre y el hombre para Dios. Así el "gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto" al que apelan las doxologías posteriores, fué realidad cabal : de manera irracional las cosas y los animales, de manera consciente y responsable el hombre, todo tributaba gloria a Dios. Consumada Ia creación y Ia elevación, pudo Dios descansar en el séptimo día2. B) Roto el teocentrimos del hombre —el teocentrismo responsable, que no el ontològico que, como tal, es irrompible—, quedó proclamado el humano centrismo: se bastaba el hombre; podía seguir Dios en su cielo, solamente se Ie pedía que no estorbase; se Ie concedían derechos de ciudadanía, pero no derechos de autoridad. En lógica consecuencia, siguió el egocentrismo: descenso por Ia línea de liberación; el hombre se convirtió en lobo para el hombre; el pecado contra Dios condujo al pecado contra el hombre; Ia negación de los derechos divinos abocó a Ia negación de los derechos humanos. C) La tarea del Repristinador resultaba larga y difícil: a Ia cadena inicial hubo que añadirse un nuevo eslabón : "Todo para vosotros, vosotros para Cristo, Cristo para Dios"3. El "consummatum est"4 del Hijo venía a significar que, terminada Ia labor personal suya respecto al Padre, comenzaba Ia tarea social que arrancaba en sí mismo, en razón de su capitalidad universal, animado permanentemente aquel cuerpo social por el Espíritu, su Paráclito. Pentecostés marca así Ia fecha del inicio de este movimiento, del de el Cristo total, al igual que Ia Natividad había marcado, como anteriormente Ia Anunciación, el inicio del Cristo personal.
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Gen. I 1 22. Gen. 2, 2. 1 Cor. 3, 22-23. Juan, 19, 30.
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