|
PENSAMIENTO HISPÁNICO
LA RECEPCIÓN DE LA FILOSOFL·V MODERNA EN AMÉRICA LATINA
INTRODUCCIÓN En cuanto a Ia recepción de Ia filosofía moderna, como de Ia modernidad sin más, en América Latina, es obligado comenzar por desechar dos posturas extremas. La una dice que no hubo tal recepción de Ia modernidad, que todo fue una farsa. Así, dice Octavio Paz: «No tuvimos siglo xviii: ni con Ia mejor buena voluntad podemos comparar a Feijóo o a Jovellanos con Hume, Locke, Diderot, Rousseau, Kant... como no tuvimos ilustración ni revolución burguesa —ni Crítica ni Guillotina— tampoco tuvimos esa reacción pasional y espiritual contra Ia Crítica y sus construcciones que fue el Romanticismo. El nuestro fue declamatorio y externo. No podía ser de otro modo; nuestros románticos se rebelaron contra algo que no habían padecido: Ia tiranía de Ia razón. Y así sucesivamente... Desde el siglo xviii hemos bailado fuera de compás, a veces contra Ia corriente y otras como en el período "modernista" tratando de seguir las piruetas del día... En el campo del pensamiento y en los de Ia política, Ia moral publica y Ia convivencia social, nuestra excentricidad ha sido funesta» 1 . La otra postura extrema es Ia de que en América Latina hubo una modernización completa y profunda. Más bien, hubo una recepción del pensamiento moderno, pero que debe ser matizada y llevada a sus justos límites, a sus contornos específicos. Fue muy dura Ia lucha por recibir Ia modernidad, pero eso fue sólo reflejo de Io que pasó en Ia metrópoli. Y se trató de una modernidad bastante distinta de Ia europea; por principio, más diluida, más ecléctica; en el sentido de que no se quería romper del todo con los modos de pensar tradicionales: Ia religión católica y Ia filosofía escolástica; inclusive, se
1 O. Paz, 'Intelectualmente vivimos de prestado', en Lecturas Dominicales. El Tiempo, Bogotá, 5 febrero 1978, p. 3.
|