|
PRESENCIA SUARECIANA EN LA METAFISICA DE X. ZUBIRI
No pretendo un desarrollo integral del tema con todos los aspectos que pudieran estar implicados en él. Por eso no hablo de «ia presencia», sino simplemente de «presencia suareciana». Esto significa, por Io tanto, aceptar por mi parte que de alguna manera está Suárez presente en Ia obra metafísica de Xavier Zubiri. Pero significa ademas que en mi exposición no me voy a hacer cargo de todas las posibles modalidades con que esta presencia pueda manifestarse, sino que me ceñiré temáticamente a algunas de eUas, tal como vienen reñejadas en el tratamiento que da X. Zubiri a ciertas cuestiones de relevancia metafísica. Se puede hablar, digámoslo de paso, de una presencia por así decir remota, que se manifiesta de divarsas maneras. Se manifiesta, por ejemplo, en esa especie de simpatía, no disimulada, y de admiración hacia Ia personalidad científica de Suárez, de Ia que podemos dar testimonio cuantos, por nuestra condición de miembros del «Seminario X. Zubiri», tenemos Ia fortuna de ser asistentes asiduos a las sesiones de dicho Seminario. La voluntad decidida del propio Zubiri de incorporar a Ia colección de «Sociedad de Estudios y Publicaciones» Ia edición crítica del tratado suareciano De anima (cuyo tomo II está ya en prensa), puede ser una confirmación de esta simpatía y admiración. En ambos filósofos existe, además, una preocupación radical por filosofar dejándose poseer por Ia verdad de las cosas mismas, con toda Ia riqueza que su concreta e individua realidad entraña. Es Ia de ambos una filosofía abierta limpiamente a Ia realidad de las cosas tal como eUas se presentan en sí mismas, aceptando todas las consecuencias. A veces una de estas consecuencias es Ia ruptura con determinados esquemas en uso, cuyo valor viene más condicionado por prejuicios sistemáticos que sostenido por Ia verdad de las cosas. A este respecto son notables aqueUas palabras con que Suárez se defiende de sus detractores, en carta al P. General de Ia Compañía de Jesús Claudio Aquaviva: Io que parece extrañar más, escribe, «es el modo de leer que yo tengo que es diferente del que se usa por aquí, donde hay costumbre de leer por cartapacios leyendo las cosas más por tradición de unos a otros, que por mirallas hondamente y sacaUas de sus fuentes, que son Ia autoridad sacra y Ia humana y Ia razón, cada una en su grado. Yo he procurado salir de este camino y mirar las cosas más de raíz, de Io cual nace que ordinariamente parecen Uevan mis cosas a%o de novedad, quier en Ia traza quier en el modo de declarallas quier en las razones quier en las soluciones de dificul-
|