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La muerte encefálica se define como el cese irreversible en las funciones de todas las estructuras neurológicas intracraneales, tanto de los hemisferios cerebrales como del troncoencéfalo. Los pacientes que se encuentran en este estado clínico son candidatos a la donación de órganos, los cuales forman parte del 92% de los trasplantes que se realizan en España, por tanto, son indispensables en el proceso de donación-trasplante. Tras el diagnóstico de muerte encefálica mediante la realización de la exploración neurológica pertinente, se realizan una serie de cuidados encaminados a mantener al paciente lo más estable posible hemodinámicamente, ya que la muerte encefálica está asociada a una serie de complicaciones multiorgánicas que requieren control médico y enfermero tanto para evitar la pérdida del donante, como para asegurar la óptima calidad de los órganos en el trasplante, minimizando el riesgo de pérdida. Los cuidados principales se aplican en el mantenimiento de las alteraciones cardiovasculares, de la función respiratoria, de la temperatura corporal, de las alteraciones endocrinas, de las alteraciones hidroelectrolíticas, de las alteraciones hematológicas, de la función renal, del tejido corneal y cuidados en la prevención de infecciones
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