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Un misterioso papel fue entregado a fray Bartolomé Carranza en Roma en 1539 en el acto solemne en que fue investido del grado de Maestro en Teología. Veinte años más tarde, preso Carranza y muerto Valdés, se descubrió que aquella hojita coincidía con un capítulo de las Consideraciones divinas del segundo. En esa fecha la figura del espiritual conquense aparecía teñida de tintes, cuando menos sospechosos, de heterodoxia. De esta suerte el ya olvidado episodio romano y el papel conservado, posaban a engrosar los cargos contra Carranza por partida doble: por supuesto indicio de amistad con Valdés, y por supuesto delito de difusión del escrito valdesiano entre los alumnos. En tres trabajos sucesivos, creo haber despejado esto incógnita, verdadera pesadilla a todo lo largo del proceso de Carranza. El misterioso papel fue sustraído de la celda del dominico, copiado y difundido, por un alumno curioso, el dominico fray Luis de lo Cruz. La copio anduvo en manos de san Juan de Ribera, del futuro jesuita Antonio de Córdoba, del catedrático de Prima fray Pedro de Sotomoyor; también llegó o manos de fray Domingo de Rojas, dominico discípulo de Carranza y preso por la Inquisición pocos meses antes que su antiguo profesor. Seriamente implicado en los llamados grupos protestantes vallisoletanos y amigo del principal introductor en España de los nuevas ideas, el italiano don Carlos de Seso, puso a los inquisidores en una pista insospechada: El misterioso papel valdesiano-carranciano era un capítulo de los Consideraciones de Juan de Valdés; además existía en Valladolid un códice con el texto completo de la obra. Fray Domingo deseaba verlo para cotejar ambos textos y probar su identidad. Efectivamente, tal códice fue descubierto y secuestrado en el monasterio de monjas bernardas de Belén, en Valladolid. Repetidamente se dice de él que era «de mano de Juan Sánchez» y que en él estaban recopilados «todos las Consideraciones de Valdés». Lo atención inquisitorial derivó hacia los implicaciones de Carranza en lo difusión del valdesionismo, siquiera en una parte mínima. Hoy nos interesa clarificar lo historia y los avatares de aquel códice, que supuso la llegada a España de la última y más madura obra de Juan de Valdés.
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