|
METAFÍSICA DE LA DESILUSIÓN Y ÉTICA DE LA HONRADEZ EN EL BICENTENARIO DE LA MUERTE DE IMMANUEL KANT
La ponencia que vamos a presentar a continuación se desarrolla en un terreno acotado por las tres tesis siguientes: 1. La conocida complejidad de la autofundamentación kantiana de la moral no se refleja sólo en las diversas formulaciones del imperativo categórico, sino sobre todo en el hecho de tener que recibir su fundamentación en un terreno gobernado por una metafísica de la desilusión. En este sentido, el primer deber moral del hombre consiste en renunciar a auto-percibirse como un ser privilegiado en un universo pleno de sentido antropocéntrico donde su conducta se ajusta a un guión escrito de antemano orientado a la búsqueda de su felicidad. Sólo la acción moral, como sabemos, dota de sentido —desde luego siempre contingente y en precario, siempre presto a derrumbarse, como recuerda Fichte— a un universo carente por completo de él. Un posible encaje de la reflexión moral kantiana con la realidad de los hechos (en este caso, las creencias espontáneas de los hombres) es tremendamente complicado, desde luego, pero a la vez inevitable si se aspira a que tal reflexión no permanezca aislada y, por decir así, entre nubes. Sobre todo teniendo en cuenta el talante fuertemente pragmático de un pensamiento como el kantiano, tan atento a qué hace de nosotros desde un punto de vista moral este o aquel planteamiento teórico o creencia. La búsqueda de la felicidad ostenta, como sabemos bien, una gran capacidad de motivación de cara a la acción moral, pero (por decirlo coloquialmente) lo que se gana en motivación se pierde en legitimidad. Ésta es precisamente la raíz de la naturaleza trágica del hombre, cuya misión o fin último en el mundo viene a reflejarse en la tensión exis-
2.
3.
|