|
ESTUDIOS
REVELACIÓN DIVINA E IGLESIA REFLEXIONES SOBRE LA DEI VERBUM
En Ia redacción del número 10 de Ia constitución Dei Verbum pesó de forma decisiva Ia herencia precaria y poco enriquecedora que considera Ia revelación divina como un «depósito» recibido que debe ser cuidadosamente custodiado. Esta terminología se remonta, en última instancia, a las cartas pastorales (1 Tim 1,4; 6,20; 2 Tim 1,12.14; 2,2; 3,14; Tit 2,1). En el lugar al que nos referimos de Ia DV se afirma que «la sagrada Tradición y Ia sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de Ia palabra de Dios confiado a Ia Iglesia»; «de este único depósito de Ia fe saca todo Io que propone que se ha de creer como verdad revelada por Dios». Son las dos frases más significativas al respecto. El Concilio Vat. II debió haber evitado esta terminología. Hubiese sido necesario un lenguaje que remontase Ia separación casi inevitable entre Ia revelación divina y Ia Iglesia, que se da en esta forma de hablar. Dicho depósito, constituido por Ia sagrada Tradición y Ia sagrada Escritura, es entregado a Ia Iglesia. ¿No se sobreentiende que se trata de dos realidades diferentes: una que es objeto de entrega y otra que es Ia receptora de Ia misma? Por si esto fuese poco se nos dice que Ia Iglesia saca de este único depósito todo Io que propone como verdad revelada por Dios y que debe ser aceptado en Ia fe. Es cierto que, junto a esta grave inconveniencia, el concilio se autocorrige al presentar al magisterio de Ia Iglesia como servidor de Ia Palabra; Ia Iglesia como «ministra Verbi». No está por encima de Ia palabra de Dios, sino que Ia sirve, al enseñar sólo Io que Ie ha sido entregado... De nuevo Ia expresión es incorrecta. ¿Es que Ia Iglesia es anterior a Ia revelación divina y que ésta Ie fue entregada por tratarse de una institución fiable? Se necesita siempre un cuidado especial para hablar de Ia revelación divina y de Ia Iglesia. Terminología muy precisa que, a veces, no respetan ni los mismos teólogos. No se puede afirmar, sin más, que «la sagrada Escritura, don divino de Ia salud», no puede ser entregada más que a Ia Iglesia (¿a Ia jerar-
|