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II.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
B. Bagatti, Antichi villagi cristiani di Galilea. Publicazioni dello Studio biblico Francescano. Collezione minore, n. 13 (Gerusalemme, Tipografia dei PP. Francescani, 1971) 333 pp. El autor es un reconocido especialista en arqueología palestinense, sobre todo, en su vertiente cristiana. Las excavaciones arqueológicas que dirigió en el Santuario de Ia Anunciación de Nazaret, Ie llevaron a efectuar un amplio recorrido por los pueblos y ciudades de los alrededores para estudiar su topografía y restos de antiguas construcciones cristianas a través de los siglos, principalmente de los primeros siglos del cristianismo. A medida que sacaba a luz nuevos hallazgos arqueológicos iba dando noticia de ello en Ia revista La Terra Santa, de Ia Custodia Franciscana de Tierra Santa y en el Osservatore Romano y, finalmente, optó por reunir todo el material en el libro que ofrecemos. Sus múltiples e interesantes hallazgos permiten conocer Ia grande expansión del cristianismo por tierras de Galilea y sus monumentos arqueológicos, religiosos y profanos. La obra va ilustrada con profusión de fotografías de los diversos emplazamientos y de reproducciones de los monumentos y piezas arqueológicas de más interés para el conocimiento de Ia vida cristiana en el territorio. Lástima que muchas de estas ilustraciones no anden acordes con Ia perfección y altura científica del texto. Cierran el libro dos índices, uno de toponomástica Galilea, y otro, analítico. L. Arnaldich
R. Lahaye, Les saints de l'Ancien Testament nos pères dans Ia foi (Paris, Les Editions du Cèrf, 1969) 209 pp. El 27 de junio de 1967 el Papa Pablo VI tomó ocasión de Ia celebración del XDC centenario del martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo para proclamar "el año de Ia fe", que ellos nos transmitieron en herencia. Pero esta fe hunde sus raíces en tiempos anteriores a los mencionados Apóstoles y Ia encontramos en aquellos personajes que el autor llama santos del Antiguo Testamento, nuestros padres en Ia fe. De ahí que, después de hablar de Ia transmisión hereditaria de Ia fe y de explicar el concepto mismo de fe, el autor recuerda que somos hijos de los primeros patriarcas (Adán, Abel, Henoc, Noé), hijos de Ia promesa hecha a Abraham, Isaac, Jacob y José, descendientes del pueblo del Exodo, herederos de los santos de Israel (Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David y Samuel). Después de un elogio general de los santos del Antiguo Testamento, concluye el autor con un apartado en el que se pregunta: ¿Por qué ha querido Dios que recibiéramos Ia fe y Ia salvación como una herencia? Señala el autor cuál fue el objeto de Ia fe de los santos del Antiguo Testamento y los frutos que esta fe les reportó, y para ello explica los textos oscuros por otros más explícitos, sobre todo, del Nuevo Testamento, y, en especial, del c. 11 de Ia carta a los Hebreos. No si*mpre Ia exégesis estará conforme con las interpretaciones de un autor seglar que carece de una formación bíblica específica, pero que vive intensamente Ia fe que heredó de sus y nuestros padres en Ia fe. L. Arnaldich
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