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EL PROBLEMA DEL HACER HUMANO
por A. LOBATO, O. P.
El hacer humano se nos ofrece a un tiempo como realidad y como problema. El lenguaje hace uso constante del verbo hacer, en el cual se refleja una rica gama de sentidos, de matices, de intenciones que brotan de Ia misma realidad. En cotejo con ella, por fuerza, el reflejo ha de ser pálido. El hacer se entiende como actividad, producción de algo. Es una actividad transitiva que nos Ia imaginamos como procedente de un sujeto, proyectándose más allá del mismo y recayendo en algo exterior, en una materia que por ella resulta transformada. En su principio es como una superabundancia y un desbordamiento; en sí mismo el hacer es fuerza y energía, acto y dinamismo, en su término es origen de un nuevo ser. El hacer se sitúa de Ia parte del acto. Por cuanto el conocer humano tiene acceso solo a Ia actualidad de los entes de un modo directo, y el acto se nos manifiesta como una emanación y un producir algo nuevo, cabe una aplicación primaria del verbo hacer a cualquiera de los seres, y a cada uno de sus actos emergentes. Con el verbo hacer designamos los fenómenos naturales, climáticos y atmosféricos. Preguntamos por el tiempo que hace, si hace frio o hace calor, si hace viento, si hace sol. Es un hacer que se toma en sentido de ocurrir, acontecer, resultar, causar. El sentido de transitlvidad aparece más claro en los productos de los animales. Los pájaros hacen sus nidos, las abejas sus panales, el caballo amaestrado puede hacer corvetas. Todos tienen que hacer algo para satisfacer sus necesidades. Pero es el hombre quien ejerce esta actividad de un modo pleno. Su hacer es peculiar, es constante, es proyectivo. Porque entre todos los demás seres de su contorno, sólo él adquiere una plenitud interior, verdadera intimidad, posesión de sí y poder de transformar las cosas. Desde que habita en Ia tierra el hombre necesita hacer algo. No hay ser sin operación corres-
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