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Horatius Romanus: un poeta en Ia corte papal renacentista Literariamente hablando, las obras escritas en latín durante el período histórico que se ha dado en llamar Renacimiento se tienen por malas imitaciones, manías de anticuario, ya que sus autores son profesores, clérigos, burócratas, políticos o magistrados —aunque también, curiosamente, médicos— (van Tieghem 1966, 21) y no responden al tipo de literato o intelectual que desde el Romanticismo se ha implantado en los ámbitos literarios de Ia cultura que bien podríamos denominar como europea. Mas, paradójicamente, el público de Ia literatura latina renacentista no sólo era abundante, sino además entendido (van Tieghem 1966, 22-23). Hay que destacar, por Io demás, que en muchos países Ia literatura en lengua latina coincidió con Ia literatura en lengua vernácula, cuando ésta ya había alcanzado un grado de desarrollo notable (van Tieghem 1966, 15). El latín tenía un vigor propio y original en toda Europa: era, como es bien sabido, Ia lengua de Ia filosofía y de Ia ciencia (van Tieghem 1966, 34); era Ia lengua diplomática, eclesiástica y en Ia que, Ia más de las veces, los hombres cultos verbalizaban sus sentimientos y pensamientos —los chistes que circulaban por el Vaticano se formulaban en latín, las discusiones políticas en las Dietas polacas se desarrollaban en latín; Juan Huss y Jerónimo de Praga defendieron sus tesis en latín, Pío II lanzó su arenga contra los turcos en latín— (van Tieghem 1966, 25). En Hungría y Polonia, hasta el siglo XVI, fue Ia única expresión literaria (van Tieghem 1966, 14) y en Portugal, durante el mismo siglo, se publicaron más libros en latín que en portugués (van Tieghem 1966, 18, 32).
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