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Prehistoria latina del español
CIERZO, BOIRA, BOCHORNO «Corren malos vientos», achacamos con frecuencia a Io3 hechos de Ia historia cotidiana. Otras veces nos quejamos en invierno del cierzo que nos hiela Ia cara. En las mañanas desapacibles con nieblas húmedas suelen decir los catalanes: «Boira per les serres, aygua per les terres». En verano nos aplana el pesado bochorno, alado heraldo de temibles tormentas, que todo Io agosta. Mas ahora no vamos a hablar de los vientos retóricos de Ia Historia, sino de los otros, de los vientos efectivos y reales mencionados, que existían ya antes de Ia historia de los hombres. Y empezamos por el más frío.
CIERZO
Esta denominación del viento frío del NO se presenta en castellano de dos formas, «cierzo/sierço». La primera, que es Ia corriente y actual, se documenta en una pieza latina de principios del siglo XII, del Gran Priorato de Navarra de Ia Orden de San Juan de Jerusalén ': Et ilhid cásale habet afrontaciones ex parte de buitorno hospitale de Sancta Eufemia, et ex parte de cierco de Garcia Calvet. La segunda, arcaica, porque ha desaparecido del uso, se encuentra reiteradamente en Ia Biblia del Escorial del siglo XIII, y Ia trae Américo Castro, en su Biblia Romanceada, n. 34, 7: «A Ia parte del sierco comenzarán los términos».
1 Edición Santos A. García Larragueta, II, 1957, docum, 4, p. 10.
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