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EL RITMO EN LOS DISCURSOS DE CICERON
La lucha de Cicerón con los neoáticos no se limita al fondo interno del estilo. Este tiene como manifestación externa la cláusula, y también en ella se distingue esencialmente Cicerón de los oradores de Ia escuela nueva \ Quizás en muchas ocasiones sea este elemento externo Io % único que los críticos superficiales aprecian en los autores. No hablaremos con todo de Ia estructuración sintáctica o estilística de Ia frase latina, sino del espíritu animador y expresivo, juguetón y obsequioso que Ia orea y suaviza como un perfume, como un matiz delicado. Hablaremos del ritmo. DeI ritmo en cuya consecución Io sacrificaban todos los asiáticos (Orat. 69, 230): Apud alios autem, et Asiáticos máxime, numero servientes, inculcata reperias inania quaedam verba, quasi complementa numerorum. En esto se apartaban también a forma veritatis et ab Atticorum regula (Orat. 69, 231). Opuestos igualmente a los asiáticos y a los áticos están Egesias y los sicilianos que infringendis concidendisque numeris in quoddam genus abjectum incidant (Orat. 69, 230). Esta última tendencia siguen los Lisianos o neoáticos, que rechazan a priori el ritmo, no tanto porque no se halla en Catón o en los escritores romanos primitivos (Orat. 50, 169-70) cuanto porque se ven incapaces de conseguirlo (Orat. 70, 234» 235). La causa por Ia que Lisias no usara Ia prosa rítmica Ia da Quintiliano -: Nam neque illud in Lysia dicendi textum te~
Sobre Ia polémica de Cicerón con los neotéricos véase mi trabajo Cicerón y el genuino aticismo, en «Arbor», núm. 115-116 (1955). - QuiNm. 9, 4, 17.
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