|
CALICLES
Al calificar de clásicos algunos textos conservados por Ia tradición filosófica, hacemos homenaje a Ia rotundidad y consecuencia con que formulan pensamientos singularmente profundos. Por más que Ia originalidad sea un rasgo frecuente en tales obras, no estriba propiamente en ella el valor de Io clásico, sino ante todo en el brindar una posibilidad intelectual de aliento perenne, una idea que nos solicita aun cuando no Ia profesemos. Muy vinculado a este interés doctrinal, los libros clásicos poseen un indudable valor pedagógico. En efecto, las grandes obras de Ia filosofía son útiles no sólo por Io que dicen, sino también por Io instructivo que resulta el esfuerzo por entenderlas y rastrear sistemáticamente sus implicaciones. TaI es el caso de las páginas de Platón de las que vamos a ocuparnos en Io que sigue. Nuestro propósito es entender al célebre interlocutor de Sócrates que presta su nombre a este trabajo. La hipótesis que defendemos es que Calicles no representa una teoría moral unitaria, como dan a entender quienes se refieren a él como adalid de Ia naturaleza, como precursor de Nietzsche, o con cualquier otra caracterización que tienda a prestarle un perfil definido. Creemos más bien que este ateniense ambicioso defiende nada menos que tres posiciones distintas, de las cuales las dos primeras no serían sino racionalizaciones de Ia tercera, que es Ia que verdaderamente encarna el hombre Calicles. De ser certera nuestra interpretación, uno de los propósitos de Platón al poner en escena a este personaje habría sido denunciar toda confusión teórica que encubra, consciente o inconscientemente, actitudes morales reprobables; denuncia que equivale a una exhortación al examen de conciencia. También pudiera ocurrir que nuestra hipótesis fuera errónea; que, creyendo leer entre líneas, hayamos atribuido a Platón cosas ajenas a su intención. Mas no creemos que ello restara urgencia a Ia tarea de examinar las ideas que hemos atribuido a Calicles, convencidos como estamos de que algunas preguntas que a continuación se suscitan afectan decisivamente al sentido de nuestra existencia y, por ello mismo, pertenecen por derecho propio a Ia mejor investigación a que, según Sócrates, cabe entregarse (cf. Gorg. 487e7-488al)l.
1 Citamos las obras de Platón por Ia edición de Burnet en Oxford Classical Texts.
|