|
PRESENCIA DEL PENSAMIENTO EUROPEO EN LOS ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS ESPAÑOLES DEL S. XVIII
1. El siglo XVIH, siglo de contrastes. En el proceso de Ia sociedad española durante el siglo de Ia Ilustración, es curioso observar el que siguen tanto nuestra Iglesia como los estudios eclesiásticos por ella patrocinados. Montaigne habla de este siglo como de «una vuelta al ruedo», donde Ia sed de renovación devora a todos los espíritus; cuando «todo es ardor, movimiento, utopía, esperanza, anhelo, violencia, lucha, locura, exceso, furor...»; tiempo en que el hombre que no se atrevía a nada, se atreve a todo y no retrocede ante nada» 1. Un esfuerzo claro y generoso, a veces en el marco de Ia angustia, se nota por doquier en Ia España dieciochesca que, de una parte, busca «esclarecerse» a Ia moda de Francia o de Alemania y, de otra, lucha por conservarse en sí misma, consciente de Ia validez de sus propias posiciones. TaI vez sea ese famoso «querer» de los españoles que tánto desilusionara a Ortega y Gasset: «¡Los españoles! ¡He aquí hombres que han querido demasiado!»2. Sin embargo, si alguna vez hemos querido «algo», es precisamente en esta época, cuando en España Io que más importa es «sobrevivir», aún a costa de notables sacrificios. A Sánchez Albornoz Ie repugna Ia idea de Américo Castro de que en España, «sin Ia irrupción de las cosas de fuera, el español hubiera seguido alumbrándose con lámparas de aceite, con velas de cera y con teas»; y Io mismo Ia descripción que hace de esa España «estática y estéril», incapaz de alumbrar nada nuevo ni en los tiempos medievales ni en los tiempos modernos; españoles inadaptados, «prisioneros de su fe», esclavos del dogmatismo3.
1 Ch. Philarete, Voyages d'un critique á travers ía vie et les livres, 2 ed. (Paris 1869) p. 45. Para P. Hazard, si el s. XVII había acabado en Ia irrespetuosidad, el XVIII empieza con Ia ironía (El pensamiento europeo en el s. XVIlI, Madrid 1948, p. 21). 2 El mismo Ortega considera a este siglo como
|