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LA RELIGION DE O)NFUCIO
Varios indianistas, y entre ellos Von Glasenapp, han hablado del budismo como de una religión atea. De un modo análogo algunos sinólogos se refieren al agnosticismo de Confucio. Max Weber que, como muchos otros, contrapone, y no sin razón, su doctrina a Ia del taoísmo, Io considera como un racionalista del orden, autor de una ética social casi enteramente desprovista de toda metafísica y casi totaknente ajena a toda religión. Para comprender, pues, en qué sentido fue racionalista Confucio y en qué medida merece el calificativo de "agnóstico", debe empezarse por explicar en qué consiste precisamente esa ética social. Toda Ia vida china estaba dominada en Ia época de Ia dinastía Chou por el ritual: desde el nacimiento a Ia sepultura el individuo marchaba a través de una espesa selva de ritos; desde Ia roturación de los campos hasta Ia coronación del Emperador, Ia Sociedad se guiaba por un ceremonial solemne y minucioso. Este ritual representaba, como Io ha mostrado Granet (La pensée chinoise, pp. 389 ss.), Ia estructura y las funciones del Universo y de Ia Sociedad. Confucio, que se preocupó ante todo por restituir y preservar el sistema ritual de los primeros Chou, no se contentó, sin embargo, con Ia literalidad del mismo, sino que elevó su particularidad histórico-cultural al nivel de Ia universalidad ética. El ritual y, junto con él, Ia música y Ia poesía, que Ie eran inseparables, se convierten, gracias al maestro K'ong, en instrumentos y vehículos de moralidad. "Con los poemas suscita sentimientos, con los ritos indica a cada uno el papel que Ie corresponde, con Ia música promueve Ia unidad" (Antúectas VIII, S). El ritual tenía un papel tan fundamental en Ia Sociedad china de aquella época que aún el lenguaje debe ser considerado básicamente como un aspecto del mismo. En efecto, el acto de nombrar las cosas equivale a representar simbólicamente su esencia. Pero, según sea Ia esencia de una cosa, será nuestra relación con ella; por Io cual Ia raíz de toda conducta desviada debe buscarse en un error de denominación. De ahí Ia importancia que tiene para Confucio "Ia rectificación de los nombres", que es el aspecto más importante de Ia restitución del ritual en el nuevo espíritu ético. Cuando Chong Yu pregunta a Confucio por Ia primera disposición que tomaría si se Ie confiara el gobierno de un Estado, éste contesta: "En primer lugar, sería preciso rectificar los nombres". Y después explica: "Quiero decir con esto que el sabio se abstiene de Io que no conoce. Si no se rectifican los nombres, el lenguaje no será daro; si el lenguaje no es claro, no se cumplirán los deberes" (Analectas XIII, 3). Obrar moralmente significa, pues, para Confucio, obrar de acuerdo con el propio nombre: "Cuando el duque Ching del Estado de Ch'l Ie preguntó sobre las características del buen gobierno, contestó: "Que el príncipe sea príncipe; el ministro, ministro; el padre, padre; el hijo, hijo" (Analectas XII, 11). De esta manera, se produce una armonía en el hombre y en Ia sociedad.
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